A más de dos años de la usurpación del poder, se ha ido configurando el accionar de los aparatos coercitivos para infiltrar, invadir y tronar en lo cuántico a la sociedad –bajo el pretexto de la guerra contra el narco y la inseguridad–. No podría ser de otra manera: el pueblo de México no votó por el maximato salinista y su tercer títere neoliberal, y sin el apoyo del pueblo, la única vía para sostener un gobierno es la coerción (física y psicológica), y la ofensiva secreta del Estado, primero, en contra de sus adversarios políticos, y segundo, en contra de la población cercada por el imaginario del miedo que limita la reacción ante el desatino de un gobierno ilegítimo. Hoy, El Universal publica fragmentos de un manual de espionaje orquestado por el General Mario Arturo Acosta Chaparro:
"Las “unidades especializadas de contrainteligencia” (como son denominadas sus células de espías) están facultadas para capturar a los agresores, así como actuar sobre cualquier estructura u organización”.
Tomando en cuenta el perfil coercitivo del grupo que usurpó el poder, podemos inferir que cuando dicen: "actuar sobre cualquier estructura u organización" publican la trampa para entrar y salir de la legalidad, y encubrir el espionaje político necesario para sostenerse en el poder. Lo más cuestionable (y la primera hebra del queso verde olivo) es que un general siete años encarcelado por actos de corrupción, sea el encargado de la inteligencia militar en la guerra contra el narco:
"Altos mandos de la Secretaría de la Defensa Nacional hicieron un acuerdo con el general retirado Mario Arturo Acosta Chaparro para reorganizar la estructura del aparato de inteligencia. “Está muy cerca de la Sección Segunda”, sostiene un funcionario militar; “está asesorando en asuntos de narcotráfico y subversión”.
¿Qué entenderá Acosta Chaparro por subversión? Ya que –según datos de La Jornada– el general fue acusado del "delito de homicidio calificado en contra de 143 presuntos guerrilleros, quienes habrían sido ejecutados y arrojados al mar desde un avión Arava IAI-201, de fabricación israelí, en las costas de Oaxaca, en los años de la guerra sucia." Es decir, 143 mexicanos fueron desaparecidos del mundo por "subversivos" y el principal sospechoso es el encargado del plan de inteligencia militar del gobierno usurpador. Es gravísimo.
El Universal explica el intercambio pactado entre el general Acosta Chaparro y el gobierno ilegítimo:
"Este general, con experiencia de tres décadas en operativos sobre el terreno, entrenaría también a la nueva camada de oficiales de servicios secretos de las fuerzas armadas, a cambio de una reivindicación, la cual se hizo en un acto público el 23 de abril de 2007, en el Campo Militar Número Uno, en cuya prisión estuvo casi siete años bajo acusaciones de vínculos con el narcotráfico. Acosta Chaparro es parte esencial de la reorganización de los servicios secretos del Ejército desde una posición que le permite invisibilidad, coinciden funcionarios de inteligencia militar."
¿De cuántas anormalidades políticas, castrenses, sociales y televisivas será capaz un hombre como Arturo Acosta Chaparro? Pronto lo sabremos. Es la historia detrás de la historia y la máscara detrás de la máscara.
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