Julio Hernández López en
La Jornada:
"Calderón envenenó este episodio con sus discursos amenazantes y la
movilización de su elenco. Para defender a García Luna y como no lo ha
hecho en ninguno de los momentos en que la sociedad reclama justicia en
casos emblemáticos (sólo por dar un ejemplo, los niños de la guardería
ABC), el calderonismo alentó una división social más al usar propaganda
maniquea con la que quienes defendieron el debido proceso legal eran
tachados de
ignorar
los derechos de las víctimas, de la misma
manera en que se agrede a quienes disienten de las sangrientas formas
gubernamentales de combate al narcotráfico atribuyéndoles que así se
alinean en defensa de los criminales.
La argumentación tramposa de Los Pinos trata de crear una cortina de
humo para que los ciudadanos no se detengan en la realidad sustancial:
el funcionario más consentido de Calderón, el ingeniero García Luna,
pervirtió el proceso que habría permitido saber si una extranjera era
culpable o inocente de participar en secuestros e incluso, en un acto
surrealista, montó una escenificación especial para las televisoras
nacionales que pasaron la teatralización como si fuera en vivo."