lunes, agosto 03, 2009

Las contradicciones discursivas del Calderonismo

1.- En el 2006, Felipe Calderón Hinojosa se autonombró "el candidato de las manos limpias". En el debate presidencial sucumbió el irrisorio adjetivo al enterarnos que Diego Hildebrando Zavala, el cuñado cómodo hizo negocios multimillonarios con Pemex mientras el michoacano fue Secretario de Energía.

2.- Recien tomó posesión como Presidente de facto, Felipe Calderón le declaró la guerra "al narco" para recuperar –dijo– zonas y territorios del país que estaban perdidos por la inacción de gobiernos anteriores. Bajo esa premisa, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo y Vicente Fox serían los responsable de la pérdida del territorio y la ruptura de la ley aludida, y en lugar de abrir procesos judiciales en su contra les otorgó doctorados de impunidad y un descarado co-gobierno.

3.- En la guerra contra el narco, Felipe Calderón abrió frentes discursivos contra "el crimen organizado" y las "mafias delictivas" y contra aquellos que "atentaron contra el Estado de Derecho" y la estabilidad del país. Cuando Juan Camilo Mouriño fue denunciado por adjudicarse (sin licitación pública) más de cien contratos con Pemex para las empresas familiares, el íntimo amigo del michoacano no fue inhabilitado de la función pública, fue premiado con la Secretaría de Gobernación.

4.- En la lucha pública para legitimarse, Felipe Calderón Hinojosa se montó en el terrorífico tema del secuestro para convalidar el Estado policiaco necesario para sostener la ilegal usurpación del poder –de la que es rostro y coresponsable–. Después de insistir aquí y allá en confrontar con "todo el peso de la ley" a las bandas de secuestradores, la periodista Anabel Hernández hizo público en Reporte Índigo que la "Comandante Lore", cercanísima colaboradora de Genaro García Luna, Secretario de Seguridad Pública, participó en el secuestro del joven Fernando Martí, e inexplicablemente, el guionista García Luna sigue siendo el "señor" de la invención pública.

5.- La retórica calderonista menciona una y otra vez que combatirá "con toda la fuerza del estado" los actos que vayan en contra de la ley y de los intereses públicos de los mexicanos. Contradicción: el Presidente Usurpador está amachado en imponer por dedazo en la dirección nacional del PAN a César Nava, el joven yunkista que desfalcó "con toda la complicidad del Estado" al erario público a través de múltiples contratos con Pemex, la cochinita de los huevos de oro de la corrupción calderonista.

El discurso que se desvanece en el aire

Las palabras del Presidente Usurpador son huecas y carentes de significado porque no tienen correspondencia con lo que sucede en la vida diaria –en la alarmada cotidianidad– y por lo tanto sus efectos en la opinión pública son cada día menos efectivos. A tres años de la usurpación, el poder tiene los cimientos televisivos rotos, el hombre contratado por las compañías trasnacionales para administrar la quiebra y el saqueo energético de México carece de legitimidad y verosimilitud primero, porque no ganó las elecciones, y segundo, porque el ejercicio de su mandato ha sido un estrepitoso fracaso. Es ahí, en la yuxtaposición del discurso con la realidad donde la ilusión se despedaza: todo lo que dice el Usurpador es fantasía, pirotécnia neoliberal, castillo de arena desvanecido, líquido televisivo que se evapora en el aire.

Contra(comunicado):

Como decía Henry David Thoreau, "No pido inmediatamente que no haya gobierno, sino inmediatamente un gobierno mejor". El orígen de Medios y política fue el fraude electoral del 2006: nació La República de la Televisión y la programa(ción) se volvió dicta(dura): un monopolio opinativo de Tercer Grado. Aquí en 'Medios y política' están las evidencias comunicacionales que sostienen nuestra tésis: Felipe Calderón no ganó las elecciones; la oligarquía lo impuso mediante un fraude para auto(comprarse) lo que queda de México. Y lo repitieron imponiendo a Enrique Peña Nieto en el 2012. Por eso pedimos lo posible: que se restaure La República.

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