Mi colaboración semanal en b1+4:
"La etapa política de los últimos doce
años de gobiernos panistas, los sexenios de Vicente Fox y Felipe
Calderón, conocida como la “transición democrática”, resultó un engaño
de terciopelo azul. En los dos sexenios no hubo cambios a la política
neoliberal en lo económico, político, social ni en lo cultural, y se
mantuvo vivo y alimentado de impunidad al dinosaurio priísta. Dijo Fox
en la campaña presidencial del año 2000 que sacaría al PRI a patadas de
Los Pinos, pero no dijo que el panismo regresaría al poder al
“partidazo” intacto doce años después. La transición pues, ahora
sabemos, resultó continuidad.
Es una certeza popular: no hay en la
historia de México un presidente más torpe que Vicente Fox. Nulo sentido
de la historia, entregado hasta las botas a los más poderosos del país,
un antiético que favoreció a los hijos de su esposa con contratos
multimillonarios en Pemex, y no olvidemos: al foxismo se le fugó el
Chapo (Guzmán) y se les coló a Los Pinos el “chapo” más peligroso de
todos: Carlos Salinas de Gortari. El foxismo, contrario a la idea de un
gobierno de transición entre una etapa histórica y otra, antes de hacer
justicia entregó cheques de impunidad a lo peor del priísmo: de Carlos
Romero Deschamps a Elba Esther Gordillo.
Lo de Felipe Calderón fue la caída de la
máscara demócrata al suelo. Lo sentaron a la fuerza en la silla para
cumplir su pacto de “transición” simulada, teniendo el michoacano una
doble tarea para el poder neoliberal: militarizar el país y privatizar
el petróleo. La primera le salió muy bien, repartió contratos
millonarios a las compañías de armas extranjeras, armando sus policías
hasta los dientes, y su “estrategia” bélica dejó un saldo que Human Rights Watch
dijo hace unos días, es el peor desastre de los derechos humanos en
América Latina desde las dictaduras militares de los setenta. La segunda
encomienda, la privatización del petróleo, la frenaron las llamadas
Adelitas del Siglo XXI, pero estuvo cerca."
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