martes, octubre 16, 2007

La coerción

Según John B. Thompson, los "principales poderes" del Estado son: el poder coercitivo, el poder político, el poder económico y el poder simbólico o cultural, juntos son "el grupo de instituciones implicadas básicamente con la coordinación y la regulación, y que tratan de llevar acabo estas actividades de manera relativamente centralizada dentro de un territorio más o menos circunscrito". Cuando un Estado no cuenta con la legitimidad necesaria para "gobernar" a la población, utiliza el poder coercitivo para mantener los "otros poderes" a través de la fuerza. Esa fue la "fórmula" que siguió Felipe Calderón.

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La coerción supone el uso, o "la amenaza constante" de utilizar la fuerza física para someter a un adversario político, o a la población en general. Existe una relación clara entre la coerción y el hecho de infligir heridas o matar: el uso de la fuerza física conlleva el riesgo de excederse y (des)truir al oponente. En este marco debemos "interpretar" los disfraces "verde olivo" de Felipe Calderón, su filia por los desfiles militares, el asesinato "involuntario" de una familia en un retén militar, la violación y muerte de la anciana Ernestina Ascencio, y los múltiples retenes militares que coartan el libre tránsito de los ciudadanos, bajo el pretexto de una ineficaz "guerra contra el narco".

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Para que la coerción "funcione", se debe controlar, o "incidir" en la opinión pública a través del "poder cultural", o "poder simbólico" definido por J.B Thompson como "la actividad productiva, transmisora y receptora de formas simbólicas significativas". Es el poder de los mensajes. Al controlar los medios, el Estado bombardea los espacios públicos y privados con "sus" imágenes, y los mensajes "idóneos" para generar la aceptación del Estado autoritario, la "aceptación" silenciosa de un Estado policiaco, de un "monopolio" ilegítimo de poder.

Contra(comunicado):

Como decía Henry David Thoreau, "No pido inmediatamente que no haya gobierno, sino inmediatamente un gobierno mejor". El orígen de Medios y política fue el fraude electoral del 2006: nació La República de la Televisión y la programa(ción) se volvió dicta(dura): un monopolio opinativo de Tercer Grado. Aquí en 'Medios y política' están las evidencias comunicacionales que sostienen nuestra tésis: Felipe Calderón no ganó las elecciones; la oligarquía lo impuso mediante un fraude para auto(comprarse) lo que queda de México. Y lo repitieron imponiendo a Enrique Peña Nieto en el 2012. Por eso pedimos lo posible: que se restaure La República.

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