Montesquieu
Una dictadura simulada como la que se vive en México sería insostenible sin la complicidad de la suprema corte de justicia (con minúsculas). En La República de la Televisión, los títeres de toga y birrete son instrumentos de la oligarquía que controla los procesos económicos, políticos, sociales, judiciales y mediáticos del país. En un régimen de facto, el poder judicial es defensor y escudo de la impunidad. Por eso los ministros de la "corta" avalaron el fraude electoral del 2006; encubrieron a Ulises Ruiz y Enrique Peña Nieto por las violaciones a los derechos humanos en Oaxaca y en Atenco; cobijó a Mario Marín; otorgó amparos a los hermanos Bribiesca, y hoy –según publica La Jornada y El Universal– desechará su facultad investigadora sobre el incendio de la guardería ABC de Hermosillo por ser
innecesaria e inoportuna.
Según el ministro Sergio Salvador Aguirre Anguiano "la muerte de 49 menores no tuvo como origen la actuación directa de autoridades, no hubo violación grave de garantías individuales y, por tanto, la Corte no puede intervenir."
La suprema es corta, corta corta.