martes, junio 25, 2013
¿Y los gasolinazos para qué?
El aumento gradual al precio de la gasolina —los "gasolinazos"—, es la acción de gobierno que prueba la relación ideológica conceptual entre la gestión de Felipe Calderón que los inició, y el de Enrique Peña Nieto que los continuó. ¿Y para qué? Para terminar de privatizar el petróleo. Programar invisible un problema (aumentando el precio de la gasolina), generando una "falsa necesidad", una gasolina más barata, para que se respalde popularmente la solución de los grupos económicos (sobre)nacionales: privatizar, o como ellos dicen utilizando una trampa en el lenguaje, "modernizar" o permitir "la inversión privada".
El neoliberalismo sostiene que adelganzando al Estado, es decir, vendiendo las empresas nacionales a unos cuantos multimillonarios como Carlos Slim, se generarán más empleos y la administración de las empresas será "ética" y eficiente, habrá competencia y mejores precios, subirán los salarios y las prestaciones de los trabajadores (sin necesidad de sindicatos) y por lo tanto, todos seríamos felices en el mundo de las corporaciones. Todo el territorio —y lo que se mueve dentro de él—, sería Telcel.
Carlos Salinas de Gortari, —por estrategia—, decidió no incluir, de orígen, el petróleo en el Tratado de Libre Comercio, si lo incluían, se desgastaría muy pronto, y el proyecto no hubiera sido trans(sexenal) como ya lo fue. Por eso el remate del Estado a los particulares fue gradual, la corrupción pública aumentó de manera deliberada para favorecer la idea de superioridad de la clase empresarial sobre la política y el pueblo. Y la joya de esa idea-práctica fue Carlos Slim, que con la telefónica que era de todos (Telmex), en unos años se convirtió en el hombre más rico del mundo, un hombre-dios capitalista: todo lo que toca es oro. Así la experiencia, podemos afirmarlo: los capitales privados con el petróleo en la bolsa, se volverían prácticamente invencibles y (supra)poderosos.
Emilio Gamboa Patrón, coordinador de la fracción parlamentaria del PRI en el Senado, y un viejo lobo neoliberal, declaró a La Jornada: "creemos que Pemex puede tener inversión extranjera, pero hay que decirlo de una vez: la prioridad es que haya inversión privada, principalmente mexicana, pero bienvenida la extranjera". Los mexicanos entonces estamos ante el inminente riesgo de ser esclavos del suprapoder económico y energético de Exxon-Mobil, Halliburton, Repsol y Shell, los Bush y sus títeres mexicanos. Se acerca la hora de la batalla por la libertad o la esclavitud.
El neoliberalismo sostiene que adelganzando al Estado, es decir, vendiendo las empresas nacionales a unos cuantos multimillonarios como Carlos Slim, se generarán más empleos y la administración de las empresas será "ética" y eficiente, habrá competencia y mejores precios, subirán los salarios y las prestaciones de los trabajadores (sin necesidad de sindicatos) y por lo tanto, todos seríamos felices en el mundo de las corporaciones. Todo el territorio —y lo que se mueve dentro de él—, sería Telcel.
Carlos Salinas de Gortari, —por estrategia—, decidió no incluir, de orígen, el petróleo en el Tratado de Libre Comercio, si lo incluían, se desgastaría muy pronto, y el proyecto no hubiera sido trans(sexenal) como ya lo fue. Por eso el remate del Estado a los particulares fue gradual, la corrupción pública aumentó de manera deliberada para favorecer la idea de superioridad de la clase empresarial sobre la política y el pueblo. Y la joya de esa idea-práctica fue Carlos Slim, que con la telefónica que era de todos (Telmex), en unos años se convirtió en el hombre más rico del mundo, un hombre-dios capitalista: todo lo que toca es oro. Así la experiencia, podemos afirmarlo: los capitales privados con el petróleo en la bolsa, se volverían prácticamente invencibles y (supra)poderosos.
Emilio Gamboa Patrón, coordinador de la fracción parlamentaria del PRI en el Senado, y un viejo lobo neoliberal, declaró a La Jornada: "creemos que Pemex puede tener inversión extranjera, pero hay que decirlo de una vez: la prioridad es que haya inversión privada, principalmente mexicana, pero bienvenida la extranjera". Los mexicanos entonces estamos ante el inminente riesgo de ser esclavos del suprapoder económico y energético de Exxon-Mobil, Halliburton, Repsol y Shell, los Bush y sus títeres mexicanos. Se acerca la hora de la batalla por la libertad o la esclavitud.
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Contra(comunicado):
Como decía Henry David Thoreau, "No pido inmediatamente que no haya gobierno, sino inmediatamente un gobierno mejor". El orígen de Medios y política fue el fraude electoral del 2006: nació La República de la Televisión y la programa(ción) se volvió dicta(dura): un monopolio opinativo de Tercer Grado. Aquí en 'Medios y política' están las evidencias comunicacionales que sostienen nuestra tésis: Felipe Calderón no ganó las elecciones; la oligarquía lo impuso mediante un fraude para auto(comprarse) lo que queda de México. Y lo repitieron imponiendo a Enrique Peña Nieto en el 2012. Por eso pedimos lo posible: que se restaure La República.
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