lunes, diciembre 14, 2009
Sobre la presencia militar en Ciudad Juárez:
“La gente lo ve como un desfile. El convoy de vehículos de soldados o de policías federales por las calles principales de la ciudad es un desfile de carros alegóricos. Eso no da un solo resultado. La presencia militar ha sido eso: escenográfica, es parte de la escenografía de Juárez ver patrullas de soldados o policías por aquí y por allá. Desfiles nada más, transitan las calles.”
Manuel Espino, exdirigente nacional del PAN, en Entrevista con Proceso.
Manuel Espino, exdirigente nacional del PAN, en Entrevista con Proceso.
Asesinos en serie
El que asesina al periodista por ejercer la libre expresión, busca asesinar una parte de la libertad y del juicio crítico de todos los periodistas. Matar a un mexicano por la libre información, o por consigna política, es matar a un mexicano. El magnicidio periodístico es miedo invisible que se enquista en el inconsciente y paraliza. Las imágenes del shock pretenden inmovilizar al paciente y adormecer su estado de crisis mental.
La violencia mediática 'programada' está (sin estar) en toda la espiral social: en la calle, en la sala, en la escuela, en las relaciones humanas, en el trabajo y en las pláticas cotidianas. 'Un cuerpo desnudo colgado en un puente', 'Mujer destazada sin misericordia', 'La cabeza de un dulce niño encontrada en el basurero' reportan a diario, por minuto, los medios de la sociedad de control y sus voceros.
Un grupo humano que hace de la muerte espectáculo, no es humano. Una sociedad inmune a la muerte violenta del otro, a la tortura psicológica y a la ruptura física es una sociedad nebulosa, confundida, vulnerable a las sombras y por lo tanto, fácil de dominar, fácil de destruir. La sociedad televisiva es la sociedad cabeza cortada: un cuerpo sin cabeza no piensa ni reacciona. No tiene cabeza. La dictadura simulada que vivimos en México se fundamenta en el efecto paralizante del shock y el miedo. En el gancho al hígado del horror.
Por definición, La República de la Televisión está condenada al fracaso.
La violencia mediática 'programada' está (sin estar) en toda la espiral social: en la calle, en la sala, en la escuela, en las relaciones humanas, en el trabajo y en las pláticas cotidianas. 'Un cuerpo desnudo colgado en un puente', 'Mujer destazada sin misericordia', 'La cabeza de un dulce niño encontrada en el basurero' reportan a diario, por minuto, los medios de la sociedad de control y sus voceros.
Un grupo humano que hace de la muerte espectáculo, no es humano. Una sociedad inmune a la muerte violenta del otro, a la tortura psicológica y a la ruptura física es una sociedad nebulosa, confundida, vulnerable a las sombras y por lo tanto, fácil de dominar, fácil de destruir. La sociedad televisiva es la sociedad cabeza cortada: un cuerpo sin cabeza no piensa ni reacciona. No tiene cabeza. La dictadura simulada que vivimos en México se fundamenta en el efecto paralizante del shock y el miedo. En el gancho al hígado del horror.
Por definición, La República de la Televisión está condenada al fracaso.
La falla
Dice Eduardo Galeano que los regímenes autoritarios no torturan para sacar información, torturan para mandar a todos los ciudadanos el mensaje paralizante del horror y el miedo. La guerra sucia contra AMLO no es exclusivamente contra la persona, es contra lo que representa: millones de mexicanos que no creyeron la farsa electoral del 2006 y que consideran fraudulento el resultado de las elecciones. La guerra sucia no es contra un solo hombre, es contra todos nosotros.
Y desde aquel falso 0.56 por ciento, México (sobre)vive con una falla política que nos divide entre los que creyeron el resultado de las elecciones y los que no. Los primeros basan su sistema de creencias en la recepción acrítica de lo que transmite la televisión y los segundos en los medios de comunicación críticos o alternativos. Los primeros son ciudadanos de La República de la Televisión y los segundos de La Resistencia. Contrario a lo que sucedería en una carrera deportiva, ganarán los segundos.
Y desde aquel falso 0.56 por ciento, México (sobre)vive con una falla política que nos divide entre los que creyeron el resultado de las elecciones y los que no. Los primeros basan su sistema de creencias en la recepción acrítica de lo que transmite la televisión y los segundos en los medios de comunicación críticos o alternativos. Los primeros son ciudadanos de La República de la Televisión y los segundos de La Resistencia. Contrario a lo que sucedería en una carrera deportiva, ganarán los segundos.
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Contra(comunicado):
Como decía Henry David Thoreau, "No pido inmediatamente que no haya gobierno, sino inmediatamente un gobierno mejor". El orígen de Medios y política fue el fraude electoral del 2006: nació La República de la Televisión y la programa(ción) se volvió dicta(dura): un monopolio opinativo de Tercer Grado. Aquí en 'Medios y política' están las evidencias comunicacionales que sostienen nuestra tésis: Felipe Calderón no ganó las elecciones; la oligarquía lo impuso mediante un fraude para auto(comprarse) lo que queda de México. Y lo repitieron imponiendo a Enrique Peña Nieto en el 2012. Por eso pedimos lo posible: que se restaure La República.
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