Sergio Humberto Brown Figueredo
Del inicio de la Revolución Mexicana a la matanza del dos de octubre en Tlatelolco, pasaron 58 años de discurso (no) revolucionario, de acciones represivas contra el pueblo y de sometimiento a las políticas impuestas por la embajada de los Estados Unidos. La sangre derramada en la plaza de las tres culturas fue el twist autoritario que todavía no acaba, el máximo y feroz ejemplo, la desaparición forzada de los estudiantes de Ayotzinapa. El movimiento estudiantil de 1968 es también la emergencia de una fuerza articulada: la juventud mexicana. Su protesta fue contra un sistema de valores anticuado significado en tres letras: PRI, y los adultos plegados como satélites al sistema, "la momiza". Un viejo orden revolucionario que ya no los re-presentaba.
No es casualidad que dos tiranos ejecutivos de la historia moderna de México, Porfirio y Gustavo, lleven el mismo apellido. Son las flechas envenenadas de la historia. Litempo-2 fue el seudónimo que la CIA le asignó al encargado de iniciar la era del shock en México: "A Winston Scott se le menciona como el hombre que reclutó como informantes de la CIA a los presidentes Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría (quien en 1968 era secretario de Gobernación); el canciller Antonio Flores; el secretario particular del presidente Díaz Ordaz, Joaquín Cisneros, y el director de la DFS Fernando Gutiérrez Barrios".
Al batallón que realizó la maniobra sangrienta se le llamó "Olimpia", referencia simbólica al objetivo buscado: cancelar de tajo la protesta antes que llegara la prensa internacional a cubrir las olimpiadas de 1968. Los generales y los políticos mexicanos a cargo de la operación, primero para tronar el movimiento estudiantil, y después en el mitin del dos de Octubre, cumplieron su tarea; la paz de los sepulcros que, como efecto colateral, detonó un nuevo giro histórico en México, el SER revolucionario post-revolución mexicana. Los herederos institucionalizados del movimiento de Madero, Zapata y Villa cedieron a los caprichos asesino-ideológicos de la compañía capital (la CIA) y consumaron el acto más ruin que un ejército puede realizar: disparar contra su pueblo.
La matanza del dos de Octubre abre un ciclo de represión contra el pensamiento/acción de los jóvenes de la post-revolución mexicana en el contexto de la guerra fría. El otro ideal de revolución no priísta tiene ya en la Revolución Cubana y el Che Guevara un referente continental, el arquetipo revolucionario latinoamericano son los barbados de Fidel y repercutió en miles de consciencias de jóvenes libertarios. Cambiaron las expresiones musicales y artísticas a la protesta, se experimentaron otras formas de organización y de debate político-ideológico. El colectivismo fue una oleada de rebeldía que puso en riesgo la continuidad del proyecto autoritario priísta, aquí la sorpresa, de manera pacífica, como sucedió años después en el Chile de Salvador Allende.
Y más allá del movimiento estudiantil y sus círculos sociales concéntricos, para los mexicanos formados por el templo unidireccional de Televisa y la prensa vendida o la iglesia católica ultraconservadora, la matanza de Tlatelolco fue una "marca" generacional de miedo, un supra shock que prolongó la vida de la dictadura (perfecta) priísta que suena todavía allá afuera encopetada y bailando en su Casa Blanca. El sistema dinosáurico decidió la matanza de jóvenes politizados a la izquierda, y logró paralizar cualquier intención de cambio generalizado, le dio un calambre eléctrico al inconsciente colectivo de l@s mexican@s: "acción política igual a muerte". Y ese segmento social televisivo se volvió ultra conservador, más que por gusto, por sobrevivencia. Calladitos se veían más bonitos. Aparte, el que no se movía, salía en la foto del presupuesto. El ogro, si no lo molestabas, era filantrópico.
La represión al movimiento estudiantil en 1968, la encarcelación de sus líderes, más la re-represión de 1971 en el jueves de corpus con otro grupo paramilitar, Los halcones, llevó a muchos jóvenes a tomar la vía de las armas en la década de los setenta pero no terminaron por encender la mecha social de la rebelión, y la respuesta del Estado a esos focos guerrilleros urbanos y rurales fue la desaparición de la mayoría de los portadores ideológicos de la revolución no-institucionalizada. Los torturaron, los asesinaron, los redujeron a lo mínimo humano: la fosa común.
En el plazo largo de la historia, el dos de Octubre de 1968 fue un aviso del por-venir al sur y centro del continente, el golpe de Estado militarizado para frenar por la fuerza toda idea de organización social distinta al capitalismo. De aquí de México 1968 descendió la mariposa autoritaria al cono sur y regresó transformada en la guerra sucia de los años setenta-ochenta. La misma estrategia que persiste ahora en el número 43.
viernes, octubre 02, 2015
Documental "Tlatelolco. Las Claves de la Masacre" (Canal seis de julio y La Jornada, 2003)
Según el documental, Sócrates Campus Lemus traicionó a sus compañeros del CNH del 68. Sus informes fueron 'la cicuta' del movimiento, para recordar al otro Sócrates, y la cárcel para sus compañeros de Campus. Ese dos de Octubre, el templo y el convento de la plaza de las tres matanzas (o culturas) fueron utilizados como bases operativas por militares con uniforme y sin uniforme. Y en efecto, si hubo una "conjura extranjera": las manos de la CIA.
Peña Nieto en la ONU. La otra (bélica) lectura
Sergio Humberto Brown Figueredo
En el contexto de guerra internacional que se configura en Siria, las declamaciones de Enrique Peña Nieto en la ONU contra los populistas adquieren otra carga simbólica. Fue a decirle a los poderes fácticos occidentales, "a sus órdenes jefe" al lanzarse contra los otros que entran en el campo ideológico de los (otros) terroristas, según arbitraria calificación del tenaz imperio, que por un lado dice encabezar una lucha contra el terror en el mundo y por otro lado sostiene a grupos paramilitares que se dedican a esparcir la muerte y el horror por las tierras que transitan. Es decir, Peña, ante los ojos vigilantes que lo controlan, se tumbó un Harlem Shake en la máxima tribuna y sin quitarse la ropa:
En el contexto de guerra internacional que se configura en Siria, las declamaciones de Enrique Peña Nieto en la ONU contra los populistas adquieren otra carga simbólica. Fue a decirle a los poderes fácticos occidentales, "a sus órdenes jefe" al lanzarse contra los otros que entran en el campo ideológico de los (otros) terroristas, según arbitraria calificación del tenaz imperio, que por un lado dice encabezar una lucha contra el terror en el mundo y por otro lado sostiene a grupos paramilitares que se dedican a esparcir la muerte y el horror por las tierras que transitan. Es decir, Peña, ante los ojos vigilantes que lo controlan, se tumbó un Harlem Shake en la máxima tribuna y sin quitarse la ropa:
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Contra(comunicado):
Como decía Henry David Thoreau, "No pido inmediatamente que no haya gobierno, sino inmediatamente un gobierno mejor". El orígen de Medios y política fue el fraude electoral del 2006: nació La República de la Televisión y la programa(ción) se volvió dicta(dura): un monopolio opinativo de Tercer Grado. Aquí en 'Medios y política' están las evidencias comunicacionales que sostienen nuestra tésis: Felipe Calderón no ganó las elecciones; la oligarquía lo impuso mediante un fraude para auto(comprarse) lo que queda de México. Y lo repitieron imponiendo a Enrique Peña Nieto en el 2012. Por eso pedimos lo posible: que se restaure La República.
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Huracán: La política secreta neoliberal
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