Guy Debord
miércoles, septiembre 02, 2009
A Los Voceros de la República de la Televisión:
Manifiesto de Zapata a la nación (1912)
El gobierno, desde Porfirio Díaz a Victoriano Huerta, no ha hecho más que sostener y proclamar la guerra de los ahítos y los privilegiados contra los oprimidos y los miserables, no ha hecho más que violar la soberanía popular, haciendo del poder una prebenda; desconociendo las leyes de la evolución, intentando detener a las sociedades y violando los principios más rudimentarios de la equidad arrebatando al hombre los más sagrados derechos que le dió la naturaleza. He allí explicada nuestra actitud, he allí explicado el enigma de nuestra indomable rebeldía y he allí propuesto, una vez más, el colosal problema que preocupa actualmente no sólo a nuestros conciudadanos, sino también a muchos extranjeros. Para resolver este problema, no hay más que acatar la voluntad nacional, dejar libre la marcha a las sociedades y respetar los intereses ajenos y los atributos humanos.
Por otra parte, y concretando lo más posible, debemos hacer otras aclaraciones para dejar explicada nuestra conducta del pasado, del presente y del porvenir.
La nación mexicana es demasiado rica. Su riqueza, aunque virgen, es decir todavía no explotada, consiste en la agricultura y la minería; pero esa riqueza, ese caudal de oro inagotable, perteneciendo a más de quince millones de habitantes, se halla en manos de unos cuantos miles de capitalistas y de ellos una gran parte no son mexicanos. Por un refinado y desastroso egoísmo, el hacendado, el terrateniente y el minero, explotan esa pequeña parte de la tierra, del monte y de la vera, aprovechándose ellos de sus cuantiosos productos y conservando la mayor parte de sus propiedades enteramente vírgenes, mientras un cuadro de indescriptible miseria tiene lugar en toda la República. Es más, el burgués, no conforme con poseer grandes tesoros de los que a nadie participa, en su insaciable avaricia, roba el producto de su trabajo al obrero y al peón, despoja al indio de su pequeña propiedad y no satisfecho aún, lo insulta y golpea haciendo alarde del apoyo que le prestan los tribunales, porque el juez, única esperanza del débil, hállase también al servicio de la canalla; y ese desequilibrio económico, ese desquiciamiento social, esa violación flagrante de las leyes naturales y de las atribuciones humanas, es sostenida y proclamada por el gobierno, que a su vez sostiene y proclama pasando por sobre su propia dignidad, la soldadesca execrable.
El capitalista, el soldado y el gobernante habían vivido tranquilos, sin ser molestados, ni en sus privilegios ni en sus propiedades, a costa del sacrificio de un pueblo esclavo y analfabeta, sin patrimonio y sin porvenir, que estaba condenado a trabajar sin descanso y a morirse de hambre y agotamiento, puesto que, gastando todas sus energías en producir tesoros incalculables, no le era dado contar ni con lo indispensable siquiera para satisfacer sus necesidades más perentorias. Semejante organización económica, tal sistema administrativo que venía a ser un asesinato en masa para el pueblo, un suicidio colectivo para la nación y un insulto, una vergüenza para los hombres honrados y conscientes, no pudieron prolongarse por más tiempo y surgió la revolución, engendrada, como todo movimiento de las colectividades, por la necesidad. Aquí tuvo su origen el Plan de Ayala.
Antes de ocupar don Francisco I. Madero la presidencia de la República, mejor dicho, a raíz de los Tratados de Ciudad Juárez se creyó en una posible rehabilitación del débil ante el fuerte, se esperó la resolución de los problemas pendientes y la abolición del privilegio y del monopolio, sin tener en cuenta que aquel hombre iba a cimentar su gobierno en el mismo sistema vicioso y con los mismos elementos corruptos con que el caudillo de Tuxtepec, durante más de seis lustros, extorcionó a la nación. Aquello era un absurdo, una aberración, y sin embargo, se esperó porque se confiaba en la buena fe del que había vencido al dictador. El desastre, la decepción no se hicieron esperar. Los luchadores se convencieron entonces de que no era posible salvar su obra ni asegurar su conquista dentro de esa organización morbosa y apolillada, que necesariamente había de tener una crisis antes de derrumbarse definitivamente: la caída de Francisco I. Madero y la exaltación de Victoriano Huerta al poder.
En este caso y conviniendo en que no es posible gobernar al país con ese sistema administrativo sin desarrollar una política enteramente contraria a los intereses de las mayorías, y siendo, además, imposible la implantación de los principios por que luchamos, es ocioso decir que la Revolución del Sur y Centro, al mejorar las condiciones económicas, tiene, necesariamente, que reformar de antemano las instituciones, sin lo cual, fuerza es repetirlo, le será imposible llevar a cabo sus promesas.
Allí está la razón de por qué no reconoceremos a ningún gobierno que no nos reconozca y, sobre todo, que no garantice el triunfo de nuestra causa.
Puede haber elecciones cuantas veces se quiera; pueden asaltar, como Huerta, otros hombres la silla presidencial, valiéndose de la fuerza armada o de la farsa electoral, y el pueblo mexicano puede también tener la seguridad de que no arriaremos nuestra bandera ni cejaremos un instante en la lucha, hasta que, victoriosos, podamos garantizar con nuestra propia cabeza el advenimiento de una era de paz que tenga por base la justicia y como consecuencia la libertad económica.
Si como lo han proyectado esas fieras humanas vestidas de oropeles y listones, esa turba desenfrenada que lleva tintas en sangre las manos y la consciencia, realizan con mengua de la ley la repugnante mascarada que llaman elecciones, vaya desde ahora, no sólo ante el nuestro sino ante los pueblos todos de la Tierra, la más enérgica de nuestras protestas, en tanto podamos castigar la burla sangrienta que se haga a la Constitución del 57.
Téngase, pues, presente que no buscaremos el derrocamiento del actual gobierno para asaltar los puestos públicos y saquear los tesoros nacionales, como ha venido sucediendo con los impostores que logran encumbrar a las primeras magistraturas, sépase de una vez por todas, que no luchamos contra Huerta únicamente, sino contra todos los gobernantes y los conservadores enemigos de la hueste reformista, y sobre todo, recuérdese siempre que no buscamos honores, que no anhelamos recompensas, que vamos sencillamente a cumplir el compromiso solemne que hemos contraido dando pan a los desheredados y una patria libre, tranquila y civilizada a las generaciones del porvenir.
Mexicanos: si esta situación anómala se prolonga; si la paz, siendo una aspiración nacional, tarda en volver a nuestro suelo y a nuestros hogares, nuestra será la culpa y no de nadie. Unámonos en un esfuerzo titánico y definitivo contra el enemigo de todos, juntemos nuestros elementos, nuestras energías y nuestras voluntades y opongámonos cual una barricada formidable a nuestros verdugos; contestemos dignamente, enérgicamente ese latigazo insultante que Huerta ha lanzado sobre nuestras cabezas; rechacemos esa carcajada burlesca y despectiva que el poderoso arroja, desde los suntuosos recintos donde pasea su encono y su soberbia, sobre nosotros, los desheredados que morimos de hambre en el arroyo.
No es preciso que todos luchemos en los campos de batalla, no es necesario que todos aportemos un contingente de sangre a la contienda, no es fuerza que todos hagamos sacrificios iguales en la revolución; lo indispensable es que todos nos irgamos resueltos a defender el interés común y a rescatar la parte de soberbia que se nos arrebata.
Llamad a vuestras conciencias; meditad un momento sin odio, sin pasiones, sin prejuicios, y esta verdad, luminosa como el sol, surgirá inevitablemente ante vosotros: la revolución es lo único que puede salvar a la República.
Ayudad, pues, a la revolución. Traed vuestro contingente, grande o pequeño, no importa cómo; pero traedlo. Cumplid con vuestro deber y seréis dignos; defended vuestro derecho y seréis fuertes, y sacrificaos si fuere necesario, que después la patria se alzará satisfecha sobre un pedestal inconmovible y dejará caer sobre vuestra tumba un puñado de rosas.
Reforma, Libertad, Justicia y Ley
Campamento revolucionario
Morelos, 20 de octubre de 1913
El General en Jefe del Ejército Libertador del Sur y Centro
Emiliano Zapata
¿El hombre más libre del mundo?
La máscara ha caído al suelo. Se está rompiendo a chuchazos.
Urgencia republicana
En la sesión inaugural de la 61 Legislatura, el diputado del PT Porfirio Muñoz Ledo demandó la
dimisiónformal del presidente Felipe Calderón y, como establece la Constitución, formar un gobierno de mayoría, con capacidad suficiente de convocatoria. Ello permitirá
sortear la catástrofe, enderezar el rumbo y garantizar, mediante elecciones libres y pacíficas, la devolución del poder a su legítimo titular: el pueblo de México, afirmó.
Gatopardismo S.A. de C.V.
Andrés Manuel López Obrador, Presidente Legítimo de México en Tuxtla Gutiérrez Chiapas.
Tercer informe televisivo de gobierno (sic)
Aquí, un compendio de frases que tendrán como destino el basurero histórico:
1.- "A pesar de la crisis, el campo alcanzó índices de crecimiento."
(risas grabadas)
2.- "El Estado le ha puesto un límite a los criminales."
(risas grabadas)
3.- "Éste será el sexenio de la infraestructura."
(risas grabadas)
4.- "Al terminar este gobierno, todas las viviendas de los mexicanos tendrán un piso firme, en lugar de un piso de tierra."
(risas grabadas)
5.- "Las plazas (de los maestros) ni se venden ni se heredan, las obtienen los maestros mejor preparados."
(risas grabadas)
6.- "Gracias a la responsabilidad de los líderes sindicales..."
(risas grabadas)
7.- "Para que México cambie y cambie de fondo, tenemos que cambiar nosotros."
(risas grabadas)
8.- "Los mexicanos sabemos que las cosas no pueden seguir igual y no van a seguir igual."
(risas grabadas)
9.- "Hoy, el futuro nos ha alcanzado."
(risas grabadas)
10.- "Los ingresos del petróleo, que fueron abundantes, han empezado a decaer."
(risas grabadas)
11.- "El Estado de Derecho es indispensable...es un factor sustancial para la competitividad."
(risas grabadas)
12.- "Pido (a los ciudadanos) actos cotidianos de civismo, de cultura, de legalidad, de denuncia"
(risas grabadas)
13.- "(Para) que política sea sinónimo de ciudadania, hay que pasar del sufragio efectivo a la democracia efectiva."
(risas grabadas)
14.- "Conduzcamos a México al futuro; es la hora de cambiar, ¡Viva México!"
(risas grabadas)
Contra(comunicado):
Vistas a la página totales
Huracán: La política secreta neoliberal
Huracán: "Ayotzinapa. El motivo"
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