La burla se construyó así: la cúpula del PRI y el PAN firmaron un 'contrato', un 'pacto' político para elevar impuestos a los mexicanos a cambio de que el PAN no se aliara con el PRD en las elecciones del 2011 en el Estado de México, y afianzar así, entre los dos partidos, el proyecto republicano televisivo llamado 'Enrique Peña Nieto'. Fue la firma blanquiazul de la derrota, la devolución de lo que recibieron a cambio por avalar el fraude de Carlos Salinas en 1988: la Presidencia de la República.
De ese tamaño es el desprecio del PRIAN por los mexicanos: no les importa el resultado de las elecciones, ellos son 'las elecciones' y por eso pueden pactar los resultados anticipadamente. Un nudo más en la cuerda de los fraudes.
El neomaximato de
Charly ha permanecido oculto bajo las pieles políticas necesarias para mentenerse detrás del poder hasta el fin de los tiempos. Se le olvida a Salinas que en México fue el territorio donde se extinguieron los dinosaurios. Desde que fue presidente nacional del PRD, después como Jefe de Gobierno del Distrito Federal, luego como Candidato a la Presidencia de la República y ahora como
Presidente Legítimo de México, Andrés Manuel López Obrador lo ha sostenido: la cúpula del PRI y del PAN está al servicio de la oligarquía, el grupo empresarial monopolista que, orquestado desde la sombra por Carlos Salinas de Gortari y a través de sus franquicias político electorales, domina el acontecer público de México.
Felipe Calderón en un monólogo decadente que recitó en Tlaxcala a los militares que lo cercan y acompañan, aceptó que sus 'acciones' ya no son nota en La República de la Televisión. Es la humillante declaración que define lo que está sucediendo en las castas del poder: ya no toman en cuenta al 'Presidente'. Ya no lo enteran de lo que hacen y pactan los avatares de Charly para seguir sometiendo al pueblo, no sólo con el aumento de los impuestos, también elevando al límite de la asfixia las gasolinas, el diesel, la luz y el gas ¿Qué pensarán ahora los
voceros que se crisparon cuando AMLO definió a Carlderón como 'pelele'? Lo que no dirán: López Obrador tenía razón.
Después de revelado el pacto antidemocrático, Carlos Navarrete, senador
chuchista al servicio del régimen televisivo, por fin dijo una verdad: el jefe de campaña de Enrique Peña Nieto es Carlos Salinas de Gortari. Es su desesperado intento por saltar a tiempo del barco usurpado. Ha sido tan descarada la alianza del chuchismo con el
Imperio de Gortari, que la declaración y deslinde de Navarrete del 'jefe de jefes' es la aceptación inconsciente de su triste papel: el destructor de la izquierda dentro de la izquierda.
Confirmado. La vocería republicana televisiva ha sido derrotada en el debate público. Andrés Manuel López Obrador tuvo razón desde el orígen del conflicto: el PRIAN es un muégano político al servicio de la oligarquía y ya emerge a la superficie, el calvario de lo que está detrás: el innombrable y omnipotente, Carlos Salinas de Gortari. Y ahora, en la vorágine de la ruptura cupular PRIANISTA irrumpe la pregunta: ¿quién soltará primero los detalles del pacto con que la oligarquía y sus partidos políticos
se robaron la presidencia de la República?