domingo, marzo 11, 2007
Calderón amigo, las cúpulas están contigo
"En 100 días le ha dado rumbo y certeza a México, y como usted lo ha dicho, gobierna para todos con espíritu conciliador, de combate sin fin a la delincuencia, solidario con las mujeres y los mayores, un gobierno con decisión para lograr los acuerdos y las reformas que México demanda".
Jaime Sabines. Gobernador de Chiapas.
Alfredo Jalife-Rahme
Bajo la Lupa
¿México, sin dinero para salvar a Pemex?
En un extenso reportaje, muy sesgado y exageradamente americanocentrista, la amazona Elisabeth Malkin desde su ciclopía analiza la "caída de la producción de México, un país rico en petróleo", y en forma banal le endosa la culpa a "la política" (The New York Times, 09/03/07). Lo más importante radica en la obsesión montada de que México "carece de dinero para revertir su deslizamiento", a grado tal que "podría un día (sic) tener problemas para conservar su creciente demanda doméstica".
La amazona petrolera del rotativo neoyorquino aduce que, de acuerdo con los "expertos (sic) en energía", la perspectiva de Pemex es miserable, debido a la "interferencia gubernamental". Repite la perogrullada sobre la parálisis creada durante años por la miopía administrativa que "tenía como objetivo extraer el máximo de dinero para las arcas de gobierno". Pemex "sin reinversiones suficientes durante décadas" ha quedado rezagada de los "avances técnicos", y resalta la corrupción y los adeudos imperantes en su seno (Pidiregas, más los pasivos de las pensiones por 40 mil millones de dólares). Causa hilaridad que a estas alturas un y/o una estadunidense de cualquier procedencia pontifique sobre la corrupción ajena. Afirma que el presidente Bush en su visita a México insistirá "en considerar al capital privado para expandir la producción de Pemex".
Cita profusamente a varios cartuchos quemados, verdaderos palafreneros de la banca israelí-anglosajona, como el británico David Shields, un vulgar desinformador de las trasnacionales petroleras, y a la poseída neoliberal Pamela K. Starr, anterior profesora del entreguista ITAM y que ahora se presenta en su nuevo disfraz de "analista del Euroasia Group", con sede en Washington. La opinión de ambos es pura inmundicia y simboliza los intereses depredadores de las petroleras anglosajonas.
Entre los pocos serios que cita se encuentra George Baker, quien comenta que México fue el "quinto productor de petróleo en 2005" y que "se encuentra sobre centenas de millones de barriles de reservas petroleras, en su mayor parte en las aguas profundas del Golfo de México", sobre lo que ya habíamos abundado en Bajo la Lupa (ver 03/03/07). Llama la atención que los analistas serios de Estados Unidos, pese a sus inclinaciones naturales muy comprensibles, no intenten ocultar las pletóricas reservas de petróleo no convencional en las profundidades del Golfo de México, en contraste con las mendacidades de los neoliberales locales, quienes confunden perversamente a la opinión publica sobre las reservas reales entre nuestro petróleo convencional y el no convencional.
En su reportaje propagandístico, Elisabeth Malkin nunca cita a los críticos cartesianos de la privatización y selecciona a la misma pléyade de aburridos apologistas de las trasnacionales petroleras texanas, como Amy Myers Jaffe, analista de energía del Instituto James A. Baker III de la Universidad Rice (Texas). Quizá Elisabeth Malkin ignore, para no ser mal pensados, los vínculos del texano bushiano James A. Baker III, uno de los principales dirigentes del siniestro Grupo Carlyle, cuyo representante en México todavía en funciones es Luis Téllez Kuenzler, aliado indefectible de Reyes alias Herodes (seleccionado para asesinar al "niño Pemex"). La señora Jaffe expectora en forma interesada que los "problemas de Pemex no son técnicos, sino políticos", lo cual suena agradablemente a los oídos de los petroleros texanos dispuestos a "rescatar" samaritana y financieramente a la "quebrada" paraestatal mexicana.
Elisabeth Malkin repite los asertos de la infame conferencia de prensa del fullero director de Pemex y fanático neoliberal (Ver "¿Al Qaeda en Pemex?", Bajo la Lupa, 18/02/07). Llama la atención la coincidencia de opiniones entre la reportera estadunidense y el actual director zedillista entreguista de Pemex, quien dice necesitar "entre 8 mil y 10 mil millones de dólares al año" (nótese la excelsa precisión), debido a la disminución del yacimiento Cantarell en los dos años recientes. Elisabeth Malkin rumia placenteramente que Pemex "no dispone de tal cantidad". No quita el dedo del renglón para repetir incansablemente en todo su reportaje que " Pemex no tiene dinero ni el conocimiento para obtener el petróleo". Desde ahora se prevé reducir los costos operativos en 2 mil 500 millones de dólares, entre los que destaca el despido laboral para ahorrar mil millones de dólares.
Subraya nada sorprendentemente que el PAN "favorece la inversión privada", lo cual concuerda con la postura de Baby Bush. Desde el Fobaproa/IPAB, cuando Felipe El Breve fue su presidente, el PAN se ha conducido como el nuevo caballo de Troya del desmantelamiento de México por las trasnacionales, sea en el ámbito financiero, sea en el rubro energético. No hay que soslayar que Felipe Calderón, en su paso sietemesino por la Secretaría de Energía durante el aciago sexenio foxiano, abogó por un precio de 23 dólares el barril ante la OPEP, donde México funge y finge como observador, lo cual beneficiaba primordialmente a las petroleras anglosajonas, en detrimento de los ingresos nacionales. En ese entonces, Calderón se ostentaba más bien como el representante de los intereses texanos que de los mexicanos. ¿Radicará en ello el misterio de su (s)elección?
Quizá el acierto más impactante del reportaje consista en que "aun bajo las mejores circunstancias, Pemex no puede esperar explotar su petróleo en las aguas profundas antes de 2014". Entonces, ¿cuál es la prisa?
Pareciera que al binomio financiero energético anglosajón le fascina la miseria de Pemex, a la que la han orillado en forma deliberada desde hace un cuarto de siglo los poseídos neoliberales (De la Madrid Hurtado, Salinas, Zedillo y Fox) y que ahora pretende profundizar Felipe Calderón.
Elisabeth Malkin realiza prácticamente las apresuradas exequias financieras de Pemex: "fuera de la exploración y producción, el restante -sus refinerías, sus oleoductos y gasoductos (¡ojo!), sus plantas petroquímicas que pierden dinero- ha sido ignorado", a grado tal que México "importa ahora alrededor de 30 por ciento de su gasolina de Estados Unidos". ¿A quién le ha convenido la dependencia mexicana de gasolina estadunidense?
Pertenece a la hermenéutica de los misterios neoliberales mexicanos la razón por la cual Fox pretendía construir refinerías en Centroamérica mientras bloqueaba su construcción en México, cuando una refinería cuesta alrededor de 500 millones de dólares, una ganga frente a los inmensos ingresos de Pemex.
El rotativo neoyorquino titula sus diagramas adjuntos al reportaje fúnebre: "Petróleo mexicano, necesidades estadunidenses", para no dejar la mínima duda de los alcances del arrinconamiento en el que ha colocado a Pemex la tiranía financiera neoliberal de un cuarto de siglo.
Más allá del falso diagnóstico del muy mendaz The New York Times, perteneciente a un país que nunca ha ocultado su rapacidad sobre los energéticos mexicanos, existe una serie de medidas financieras sencillas de realizar (que luego abordaremos) para "rescatar" a Pemex de su "quiebra", a la que la ha llevado la fauna de cleptócratas neoliberales bajo los aplausos de Estados Unidos. El problema no es Pemex, sino el estéril modelo neoliberal.
Rolando Cordera Campos.
La reforma del Estado que buscan de nuevo partidos y legisladores tiene que arrancar de un claro y tajante rechazo a esta evasión de la realidad disfrazada de normalización democrática o de ilusoria estabilización económica. La historia de los retos no asumidos debe terminar, para dar paso a una de transparencia de fondo, que para volverse cemento real de una democracia creíble requiere con urgencia de una efectiva confrontación con una realidad devastada y empantanada. De otra forma, el autoengaño volverá por sus fueros y la cosa se pondrá cada vez más grave.
Todo México es territorio Slim
Los primeros 100 días Carlos Monsiváis 11 de marzo de 2007 |
N otas sobre la campaña me diática de los primeros 100 días del gobierno de Calderón, o de cualquier otro régimen, administración federal o como se le dé en llamar.
* * *
Los símbolos y las realidades. Es muy reciente la estrategia de concentrar en 100 días el destino o la suerte de un sexenio. La maniobra es transparente: impresiona con rapidez y vencerás, y el esquema, típico de la política estadounidense, aparece en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, obsesionado con la mercadotecnia que es publicidad y es manejo de conciencias y es la operación que busca hacer de los ciudadanos clientes adictos...
¡Ah, los primeros días de Carlos Salinas, ese tiempo tan primitivo en materia de "guerra sucia" en los medios electrónicos, cuando un político aún creía ser el giant killer, y se emocionaba hasta las lágrimas al oír los elogios que había ordenado horas antes. ¡Ah, los 100 días de Salinas y de los intelectuales independientes y críticos que lo alababan!
Enero de 1989. Según los rumores, los cuerpos de seguridad en Tampico, la casa del líder petrolero Joaquín Hernández Galicia, y la energía del nuevo mandatario convencen a los todavía creyentes del presidencialismo. Salinas identifica progreso con privatizaciones y patrocina a muy alto costo las atmósferas del triunfalismo. Así, por ejemplo, se decide que quien no reverencie su proyecto es un born loser, un fracasado desde la cuna; se busca extirpar cualquier certidumbre del fraude electoral del 6 de julio de 1988, tarea inútil porque desde esa fecha a 2007, con vigor creciente, no hay duda: en 1988 perdió el PRI, y si esto no modifica la historia sí ridiculiza a los "testigos de calidad" de la victoria arrolladora de Salinas.
El salinismo negocia con la Iglesia católica (abolición de trabas constitucionales a cambio de crédito devocional), pacta en lo oscurito (el único sitio donde en rigor se pacta) con la derecha partidista, y le garantiza todo al sistema financiero internacional y a los empresarios mexicanos: "Y entonces, gracias a Dios, llegó Salinas", exclama Emilio Azcárraga Milmo. También, y allí el estadista resulta organizador de tours sociales, culturales, históricos, Salinas es vidente: el 1 de enero del año 2000, les promete a los jóvenes de la revista Eres: "México estará en el primer mundo...".
No hay debate: la campaña de los primeros 100 días de Salinas es un derroche lamentable y una intrépida contribución al olvido: "Roma no se hizo en 100 días". Nada queda de las mentiras grotescas y las bravuconadas, y la "solidaridad" que modificaría "de raíz" la sicología nacional resulta ser lo previsible: un canje desigual que se impone a la fuerza: "Tú construyes la escuela y la carreterita y te damos crédito o promesas".
Una vez más avasallan la burocracia y la corrupción, y las pirotecnias de los 100 días, al extinguirse en el día 101 ó 102, le abren paso a la represión (los 400 ó 500 perredistas asesinados entre 1989 y 1992), a la privatización salvaje, al Tratado de Libre Comercio al gusto de los empresarios estadounidenses a las alianzas inescrupulosas con el PAN, a los despilfarros, los viajes abigarrados y costosos en pos del liderazgo mundial de Salinas, tan esperpéntico como se oye. ¿Queda siquiera un minuto de esos 100 días?
* * *
A Ernesto Zedillo le da flojera atender los impulsos de su gobierno o, tal vez, se preocupa en demasía por la identidad de Rafael Sebastián Guillén Vicente en Tampico y en la Lacandona. Su mercadotecnia es desganada, y muy dedicada a un solo individuo, el superasesor que es por lo pronto el presidente de la República.
Y Vicente Fox no le concede importancia a tristes y menesterosos 100 días. Acudo a su habla: si está Juan Camaney (él mismo), vale queso andar de cuentachiles con las campañas publicitarias, él ocupa los cuartos y los caserones de la mercadotecnia y no divide el tiempo en días o meses; de hecho, nunca percibe que si hay un principio también hay un final. Chitón. ¿Quién lo dijera? En algún lugar de sus espaciosas meditaciones de 2007, Fox se prepara para sus primeros 100 días de 2000 y 2001.
* * *
¿Por qué concederle tanta importancia a un periodo algo mayor de tres meses? Pesa obviamente la superstición: nunca hay que empezar con el pie izquierdo; el que pega o paga primero, paga dos veces.
Y en el gobierno actual se han querido aplastar las dudas electorales con el mero paso de los días: el desgaste es el equivalente político del carajo, y al que no es dueño del presupuesto ni quien le haga caso. Así que los 100 días se consideran un reparto nacional del olvido.
* * *
Todo en la campaña de los 100 días es y sólo puede ser mediático: la prisa por convencer a todos, la desaparición por decreto de AMLO en el panorama informativo, el éxito sin precedentes de las campañas de cualquier índole, incluso el éxito sin precedentes del éxito sin precedentes.
Luego de 2006 hay cansancio en todas partes, disminuye el impulso de la resistencia y pierden su ebullición las campañas de odio contra los nacos pejistas. Pero la economía, por razones subversivas, no le hace caso a la prosperidad que anuncia el nuevo sexenio, y el alza de la tortilla y el proceso de inmenso deterioro de la economía popular se escapan de la cárcel diamantina de la mercadotecnia, mientras los casi dos pesos de generosísimo aumento al salario mínimo no subyugan a los trabajadores, tan ingratos.
* * *
La extrema derecha prosigue en el éxtasis donde se funden la mística con la ebriedad del poder. Las violaciones feroces a los derechos humanos en Oaxaca y Atenco, para citar dos casos límite, no suscitan mayor respuesta de la sociedad civil, y de este paréntesis de la indignación moral alguna culpa le cabe a las arbitrariedades y desmesuras de grupos y activistas en Atenco y Oaxaca. No hay sino una moraleja: los que exigen respeto a los derechos humanos y civiles deben respetarlos también, no por táctica sino por convicción. De cualquier manera es aberrante, y selecciono con cuidado la palabra, los desmanes y el salvajismo de la represión gubernamental, lo que debería tomarse en cuenta en el recuento de estos días.
La defensa de los derechos humanos es uno de los temas primordiales de la República, y al respecto, con las limitaciones del caso, no cabe minimizar la resolución de la Suprema Corte de Justicia que otorgó el amparo a varios militares cesados por su condición de VIH.
Si los gobiernos en los partidos políticos sólo pueden entregar cuentas mercadotécnicas al desaparecer los milagros de las ofertas de temporada, los avances de la sociedad civil o de los grupos que a ella pertenecen son innegables. Y a este respecto es notable la lección de intolerancia, pobreza argumentativa y confusión mediática ofrecida por tres ministros de la Suprema Corte de Justicia: Salvador Aguirre Anguiano, Mariano Azuela Güitrón y Genaro Góngora Pimentel, empecinados en negar y cancelar los derechos de los militares infectados. Cito a Aguirre Anguiano, que exhibe su cultura fílmica (ignoro de las dos versiones de Pantaleón y las visitadoras que había visto):
"No sé si existen todavía los ´pantaleones´, pero sí existen todavía ´las visitadoras´. Seguirán existiendo y estarán próximas las visitadoras a los cuarteles y, como la Constitución me obliga a no discriminar, a lo mejor también habló de ´visitadores´".
La rabieta nunca reemplaza al ingenio, y de un ministro de la Suprema Corte uno esperaría que su noción de los derechos humanos no se desprendiese de una mala lectura de las zonas homófobas de Picardía mexicana.
Contra(comunicado):
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Huracán: La política secreta neoliberal
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