Alejandro Encinas tomó una de las decisiones más controvertidas de su vida pública: mantenerse en el PRD y refundarlo desde adentro –junto a los votantes que lo eligieron Presidente Nacional del
Partido de la Revolución Democrática–. Fue una decisión de guerrero. Si nos quedamos en el plano electoral cortoplazista, Alejandro Encinas pudo salirse del partido del Sol Azteca, adherirse a la coalición entre el PT y Convergencia, salir en las primeras planas de los periódicos y todavía hoy, seguiría en el paredón de la dictadura informativa recibiendo balazos de guerra sucia. Estaba escrito. Desde una estrategia a mediano y largo plazo, podemos pensar que Alejandro Encinas y los votantes que lo eligieron presidente pueden tomar el control del partido con inteligencia y estrategia, y llegar al 2012 ciudadanizados y fortalecidos –ideológica y organizacionalmente–.
Alejandro Encinas ganó con los votos de la izquierda real, la izquierda ciudadana, la izquierda que pertenece a la
Convencion Nacional Democrática, la izquierda nacionalista que tiene años movilizándose por la democracia, la justicia y la libertad, y Jesús Ortega ganó (risas grabadas por lo de "ganó) con votos inexistentes y miles y miles de fantasmas que le aportó la maquinaria gubernamental para –con el poder de un tribunal– asaltar la dirigencia. El fraude fue bastante obvio, la opinión pública sabe que los Chuchos visten pata de palo y pronto se desmoronará su dirigencia porque no se puede ser "presidente" de un partido de
fantasmas –con todo respeto para los fantasmas– como Calderón sabe, no se puede gobernar un país que no votó por la derecha neoliberal y la dictadura del capital que su máscara representa.
Alejandro Encinas entendió que pasa por una turbulencia temporal, que la verdad lo asiste y que el tránsito por un
agujero negro no es eterno –como lo explica el sociólogo Michel Maffesoli–: "El físico J. Charron define un "agujero negro" como una estrella cuya densidad creciente da origen a otro espacio. Un "nuevo universo" dice él en concreto. Al no entrar ya la masa en interacción con los gobernantes, o también al disociarse la
potencia por completo del poder, asistimos a la muerte del universo político y a la entrada en el orden de la socialidad."