Ante lo que está ocurriendo en la dirigencia nacional del PAN, desde donde parece haber empeño en seguir fastidiando al presidente Felipe Calderón por el hiperactivismo de su antecesor, Vicente Fox, y del líder de ese partido, Manuel Espino, ahora con esa discusión propiciada por el ex secretario de Gobernación, Carlos Abascal, sobre si el michoacano fue el más idóneo y no el mejor candidato del blanquiazul, la pregunta empieza a repetirse no sólo dentro de los círculos políticos, partidistas y legislativos, sino en otros sectores de la sociedad.
Si el primer mandatario de la nación no puede, o no quiere, salirle al paso a quienes en la cúpula de su propio partido le hacen ruido, ¿cómo va a ganarle la guerra al narcotráfico y al crimen organizado o a enfrentar los problemas que le heredó su hoy desbocado antecesor y que semana a semana y mes a mes se complican y agravan?
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