"El poder es inseparable de la
existencia humana. Su manifestación se da como deseo de sometimiento o
dominación. Según Hannah Arendt,
la violencia aparece como prerrequisito del poder, del poder como simple fachada: el guante de terciopelo que oculta la mano de hierro. En Poder y desaparición, Pilar Calveiro afirma que
el poder, a la vez individualizante y totalitario [...] es, antes que nada, un multifacético mecanismo de represión. No hay poder sin represión, pero, más que eso,
la represión es el alma del poder. A su vez, Foucault plantea que frente al poder siempre habrá resistencia, entendida como oposición a las formas y prácticas autoritarias; al poder autocrático.
[...]
El representante corrompido se siente un pequeño
diosy puede usar su poder para ejercer su voluntad como prepotencia despótica sobre ciudadanos disciplinados, obedientes (los no obedientes son objeto de la represión policial); como pulsión sádica ante sus enemigos; para amenazar con la represión burocrática-administrativa; para criminalizar y/o judicializar una protesta; como apropiación indebida de bienes y riquezas de la comunidad; para favorecer a un familiar (nepotismo). Toda lucha por un interés propio, de un individuo, una clase, una élite, una
tribu, es corrupción política. Y ya escribía lord Acton que el poder corrompe, pero el poder absoluto corrompe absolutamente."
En La Jornada.
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