Depende del juicio de los magistrados electorales sobre la elección presidencial el acierto o no de la decisión de no intervenir en las batallas internas del PRD que tomó años atrás AMLO: apostó por el movimiento popular y no por el 'partido', y si esa estrategia tuvo o no resultados en la realidad.
En lo teórico, con la organización de MORENA, AMLO fue (r)evolucionario, resolvió una necesidad: la ciudadanía está saturada de la política tradicional –no le encuentran sentido ni reflejo directo en su vida cotidiana–, pero en la práctica de la real-política perdió el partido y no combatió de manera frontal los intereses ajenos a la izquierda infiltrados en el PRD. Le abrió las puertas al caballo de Troya.
El extrapoder de Jesús Ortega, Carlos Navarrete, Guadalupe Acosta Naranjo y Jesús Zambrano, "Los Chuchos", les dará la posibilidad de 'negociar' un co-gobierno con el ahijado de Los Monex: Enrique Peña Nieto y provocar un cisma emotivo en la izquierda. Cuentan con los 'votos' necesarios para justificar una alianza de facto con el PRI, aunque en los hechos sería la más alta de las contradicciones ideológicas de la historia del PRD: ser 'paleros' del neoliberalismo y del pactado retorno del PRI al poder. Y eso sería abandonar sus muertos a la historia.
Por lo pronto, la moneda jurídica electoral está en el aire, y con ella el balance final de la campaña de la izquierda en el 2012. Lo que siga después, seguirá después.
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