Al permitir la invasión de las agencias y agentes estadounidenses a nuestro territorio para coordinar en lo invisible el negocio de la guerra impuesta mediante el ASPAN, la Iniciativa Mérida y la
subordinación militar al Comando Norte, Felipe Calderón termina exhibido como lo que es: un traidor a la patria.
Por eso lo pusieron ahí: militares extranjeros vestidos de 'Marinos' realizan operativos de alto impacto en nuestro suelo, generales gringos diseñan las tácticas
de guerra e ingenieria social para minar la resistencia psicológica de
los mexicanos, oficiales retirados de la DEA y FBI realizan rondines y 'trabajos' en nuesro país como si fueran policías municipales o ministerios públicos, y un largo y vergonzoso etcétera.
El México postASPAN (Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte) es un campo de acción encubierto y descubierto de una guerra imperial que para los medios tradicionales parece no exisitr en su 'diseño' y sí en sus efectos colaterales: miles y miles de muertos.
Y lo del "atentado" al personal de la embajada gringa y al escolta
'Marino' por los policías federales de Genaro García Luna, es un pasito
más hacia una gran verdad que terminará por
detonarnos pronto en el rostro de la soberanía: la intervención.
Al
final del sexenio de la muerte, podemos decir que FeCal cumplió dos
objetivos clave para su patrones: nos convirtió en una estrella más de la bandera estadounidense, y en el patio trasero de su
maquinaria bélica. A contrapelo de la Constitución. Y de La Historia.
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