"Un peculiar platillo de interpretación ha sido puesto sobre la mesa mediática muchos días después de su presentación original. A partir de los cables de Wikileaks que le fueron confiados para su difusión, La Jornada publicó el pasado día 5, bajo la firma de Blanche Petrich, pasajes de conversaciones que tuvo el entonces candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, con el embajador de Estados Unidos, Tony Garza, entre ellos lo relacionado con las políticas que, en caso de ganar las elecciones, desarrollaría el perredista contra el narcotráfico. Un párrafo en especial produjo la tardía reacción que pretende deducir que la disposición a promover una reforma constitucional para otorgar al Ejército más poder y autoridad
significaría que AMLO habría hecho lo mismo que Calderón, y que ese propósito de recurrencia a lo militar inhabilita la exigencia actual del tabasqueño para que lo castrense vuelva a los cuarteles.
Se trata de una interpretación forzada y una extrapolación arbitraria (de algo con lo que, sólo por dejar constancia, este tecleador no estuvo ni está de acuerdo: no debería estar en la ruta de un gobierno de izquierda el sacar militares a las calles para resolver asuntos con los que los civiles no pueden). Al promover en primer término una reforma constitucional, AMLO habría estado sometiendo a una forma de consulta la decisión de sacar los soldados a las calles, y ese hecho habría estado regulado y acotado en función de los términos aprobados por el Congreso. Por otra parte, colocados en ese terreno de lo hipotético, y a sabiendas de que en política el hubiera
no existe, pareciera poco probable que a AMLO le hubiera aparecido un zopilote para guiar su política presidencial, en lugar de las propuestas de corte social que invariablemente ha defendido. Cuando menos algo sí parece claro: no estaríamos peor con López Obrador."
Julio Hernández López en La Jornada.
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