En la mitología griega, Prometeo, el inmortal, burló a los dioses para robarse el fuego y entregarlo a la humanidad. El fuego es símbolo del conocimiento y herramienta ilusoria que mantuvo distanciados a los depredadores del pre-hombre. Sin el fuego, seguiríamos siendo presas de la furia felina que nos destrozó durante miles de años. Los que nos dominan, conocedores oscuros de la historia humana, se robaron el regalo del inmortal para dominarnos. No nos quitaron la ilusión del fuego (el 9o por ciento de los hogares en México tiene, al menos, un televisor) pero sí desvirtuaron lo que en el milenario canal del fuego se decía: nos dan basura programática por conocimiento. No es casualidad que el ícono de Televisa sea un sol encarcelado. Es la venganza icónica contra el inmortal Prometeo.
Lo que durante miles de años contaron los 'sabios' delante del hipnótico fuego, del dulce e implacable abuelo (las historias de los que nos anteceden, el cosmos que nos fundamenta y los principios éticos y la moral del grupo) en el terrible siglo XX mexicano fue entregado por la oligarquía a figuras patéticas como Raúl Velazco, Jacobo Zabludovsky, Chabelo, Adal Ramones y otros simulacros de 'chamanes'. Por eso, la única vía para la refundación de México es la (des)programación de la cultura: la ruptura definitiva del cosmos torcido de Televisa. La devolución a los hombres del regalo que el inmortal le robó a los dioses. El desencadenamiento del sol nos hará libres.
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