Javier González Cárdenas
"Por más que en apariencia el discurso sea poca cosa, las prohibiciones que recaen sobre él revelan muy pronto, rápidamente, su vinculación con el deseo y con el poder."
Michel Foucault.
En la tarde lluviosa del pasado 11 de diciembre acudí al Centro Cultural Tijuana a presenciar una nueva manifestación del colectivo "Todos somos un mundo pequeño" (TSUMP).
La intención del colectivo era entregar ejemplares de la revista "Contraluz" a los funcionarios que presidirían esa misma tarde la Junta de Órgano de Gobierno, destinada a revisar y asegurar el buen funcionamiento de la entidad en cuestión, entre otras facultades. Sin embargo, dichos funcionarios, en compañía de Virgilio Muñoz, salían por el estacionamiento subterráneo en el momento en que Alfredo González Reynoso, miembro del TSUMP, aguardaba la llegada de otro miembro a la entrada del Cubo.
No es la primera vez que el TSUMP manifiesta su inconformidad ante la presencia de Muñoz como director de este importante centro de cultura. Primero fue una carta firmada por trescientos miembros de la comunidad cultural del país, entre artistas e intelectuales de renombre nacional e internacional, quienes solicitaban la destitución de Muñoz. La respuesta de Muñoz fue "antes que artistas yo creo (que) son estudiantes, ¿no?" (Entrevista otorgada al diario Frontera). Siguieron otras manifestaciones públicas con pancartas e intervenciones creativas, entre ellas la clausura de una exposición de artes visuales, una charla de Carlos Monsiváis en torno a la obra del cinefotógrafo Gabriel Figueroa, la fiesta de aniversario de la revista TijuaNeo, una lectura con micrófono abierto en la Plaza Santa Cecilia, entre otras. A favor del TSUMP siguen sumándose más miembros de la comunidad internacional. En contra están diversos medios de comunicación que, en su mayoría, sólo han buscado el testimonio parcial del conflicto, cediendo la voz -las más de las veces- al propio Muñoz y a sus comparsas, a través de entrevistas donde brilla la ausencia de la "contrainformación", es decir, de las voces que podrían completar el panorama sobre este conflicto. A la entrada del Cubo encuentro a Alfredo González Reynoso, quien me entrega un ejemplar de "Contraluz", en cuya página principal se lee "Alguien con antecedentes de corrupción no debe dirigir el CECUT: Víctor Clark Alfaro". La lluvia arrecia, pero sigo ojeando el documento y encuentro frases de Víctor Clark que redimensionan el conflicto de marras y que, en su momento, fueron dadas a conocer a través de medios como el Reforma y el Proceso, por el año de 1994, cuando Virgilio Muñoz fungía como delegado del desaparecido Instituto Nacional de Migración, frases como: "La Delegación (del INAMI) recibía fuertes cantidades, el Delegado (Virgilio Muñoz) en particular, de los cárteles de polleros que en ese entonces funcionaban". Al lugar arriba otro miembro del TSUMP, Efraín Gutiérrez Arroyo, y enseguida comienza la distribución de ejemplares de "Contraluz". Efraín acomete su tarea sin amedrentarse ante los agentes de seguridad del recinto, incluso haciéndoles entrega de la revista, además de distribuirla entre las pocas personas que encuentra a su paso, tanto en el pasillo del teatro como en el Ágora. Mientras tanto leo otra frase de Clark Alfaro, actual director del Centro Binacional de Derechos Humanos: "Virgilio estaba recibiendo grandes cantidades de dinero, estaba recibiendo alrededor de... no recuerdo si eran 40 mil ó 50 mil dólares por semana". Clark Alfaro se refiere a la razón principal por la que la Secretaría de Gobernación, en ese periodo, solicitó el "cese fulminante" de Virgilio Muñoz, quien posteriormente fue "puesto a disposición del Ministerio Público, junto con el Sub-Delegado y el Jefe de Inspectores" (Contraluz, pág. 4).La distribución de los ejemplares continúa, extendiéndose a la parte posterior del pasillo del teatro y la explanada del CECUT, donde la afluencia es mucho menor. La lluvia continúa y los miembros del TSUMP entran al Cine IMAX, donde entregan un par de revistas antes de que llegue el agente de seguridad a decirles que "no se pueden repartir volantes y revistas dentro de las instalaciones". Enseguida salen a la explanada del CECUT, frente al Paseo de los Héroes, donde entregan ejemplares a unas muchachas que contemplan el tradicional nacimiento colocado a un costado de la "Bola". Otro agente de seguridad los invita a seguir distribuyendo la revista sobre la acera, y lejos del recinto. Efraín le entrega una revista y el agente explica que no puede recibírselo, que sólo está haciendo su trabajo. Aprovecho ese paréntesis para ojear de nuevo el "Contraluz" y leo otra frase de Clark Alfaro, en referencia a la corta temporada que Muñoz pasó en el Reclusorio Norte: "...si se hubiera aplicado el peso de la ley y hubiera un Estado de Derecho en este país, no sale, porque los delitos eran fuertes y había pruebas suficientes para señalarlo".
Ya instalados en la acera, frente a la parada de camiones, Alfredo y Efraín continúan su labor, haciendo entrega de los ejemplares a personas de todas las edades: al hotdoguero, a la señora de cuarenta o cincuenta años que pasa por ahí, a la estudiante de secundaria, al joven que porta unos audífonos, al señor que vende fritangas y a aquellos que esperan la llegada del transporte colectivo. El TSUMP tiene otros factores en su contra: sus miembros tienen otras ocupaciones, pues no reciben dinero de ningún partido político u organización no gubernamental para generar sus manifestaciones y tentativas "contrainformativas", además de que "la voluntad de verdad que se nos (les) ha impuesto desde hace mucho tiempo es tal que no puede dejar de enmascarar la verdad que quiere" (Foucault dixit). Al TSUMP no lo mueve el desinterés, sino el "deseo", el deseo de ver a una persona sin antecedentes de corrupción al frente de la institución cultural más importante del noroeste de México, el deseo de que Virgilio Muñoz entregue su renuncia o, en su defecto, sea removido del cargo. Al TSUMP no lo mueve su vinculación con "el poder", cuya coacción sería evidente si dentro de sus desplegados promovieran a un candidato como posible sustituto de Muñoz, hecho verificable, en cambio, en una carta enviada por el FOCUC (Foro Cultural Ciudadano) al semanario Bitácora, donde sus integrantes proponían, entre otros candidatos, al actual director del CECUT como digno sucesor de Teresa Vicencio Álvarez, la directora anterior.
La distribución de la revista se extiende a la avenida Independencia. Efraín y Alfredo entregan ejemplares a colaboradores del mismo Centro, a personas que comen en el puesto de tortas "CECUT" y a otros que cruzan la calle para ir al restaurante "Q´Curado". Alfredo entrega una revista a un niño y Efraín se instala frente a la entrada del estacionamiento del CECUT, donde reparte más ejemplares a conductores de vehículos y peatones. Mientras tanto me asalta una pregunta: ¿cómo ha logrado Muñoz mantenerse en el puesto de director del CECUT, después de tantas manifestaciones, desplegados, videos en youtube, testimonios de artistas y demás intervenciones que operan en su contra? La respuesta la encuentro en otra aseveración de Clark Alfaro (página cuatro de la misma revista): "La virtud de Virgilio es su habilidad para articularse a través de las relaciones personales con el poder público. (...) Y en esa habilidad que tiene, pues tiene muchos amigos que se mueven en el más alto nivel..."Alfredo y Efraín distribuyen las últimas revistas a la entrada del estacionamiento, donde una vez más son abordados por los agentes de seguridad del recinto. La tarea ha terminado, pero no la batalla que seguirá librándose a través de la interpelación continua a la ciudadanía y al mismo poder que retiene a Muñoz en su puesto. El "mundo pequeño" seguirá creciendo hasta desbordarse, hasta las últimas consecuencias, pues esta parece ser la tendencia natural de los hechos, además de que no hay otra manera de interpretar el decir de Alfredo Lucero Montaño, en referencia a la inauguración de un "nuevo periodo", la "nueva subjetividad que moverá a los hombres de esta región a abandonar sus viejos mitos, sus viejos lastres" (Contraluz, pág. 8).
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