La simulación democrática tiene un límite: el magnicidio político. Después del límite existe el caos del poder ilimitado, o la sin razón de un proyecto corrupto: matar a un hombre por el hambre de poder o ambición, es matar a un hombre. La reaparición de Carlos Salinas de Gortari en Oaxaca fue un síntoma de la enfermedad terminal de la clase política del PRI y del PAN. El paseo público del político más destructivo de la historia contemporánea de México confirmó lo que la mayoría de las voces críticas ha dicho: Carlos Salinas de Gortari es el verdadero jefe de la mafia política que tiene sumido al país en la desventura neoliberal. El festín autoritario que sostuvo el "innombrable" con Ulises Ruiz,
chacal y
Gobernador de Oaxaca (sic) ya tuvo resultados:
"Un grupo de nueve presidentes municipales de la Mixteca advirtió a Andrés Manuel López Obrador que no recorriera esa región. Manifestamos enérgicamente no hacernos responsables de que algo suceda a esta persona (sic)
, señalan en carta dirigida a quien corresponda
y fechada en San Miguel Achiutla, Tlaxiaco, el pasado 31 de julio."(nota)
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