¿De qué se ríe, señor Calderón?
ÁLVARO DELGADO
MÉXICO, D.F., 4 de mayo (apro).- Como lo ha hecho en otras ocasiones, venga o no al caso, Felipe Calderón dispuso, la noche del miércoles 29 de abril, justo en la cúspide de la emergencia por la epidemia gripal, de 17 minutos seguiditos en radio y televisión para enviar un mensaje a la nación, en el que volvió a tutear a los mexicanos y sonriente, como festejando una puntada, predicó sobre el ocio en el hogar.La sonrisita no se le borró a Calderón del rostro, habitualmente adusto por su consabido mal humor, ni cuando por primera vez expresó sus condolencias a los deudos de los muertos por la epidemia que ha exhibido la ineptitud gubernamental y cuya cifra real nadie conoce, en vista de la maraña de números que, desde la noche misma en que se decretó la emergencia --el jueves 23--, han confundido inclusive a la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Viene al caso el lugar común: La primera víctima ha sido, en efecto, la verdad.
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