Por Huracán
Hace unas horas, la casa donde habito (centro de actividades políticas y culturales) sufrió un asalto: "una o más personas irrumpieron en ella escalando sus mínimas defensas". En los años de la Usurpación los pequeños comercios y domicilios de nuestra familia han sido estocados catorce veces; se han llevado tuberías de cobre, objetos de mi padre muerto, el cableado eléctrico, instrumentos de trabajo, mercancía y numerosos recuerdos. La persecusión delincuencial ha forjado nuestro carácter, voluntad y vida. Podrán llevarse nuestras pertenencias, pero lo que no se llevarán nunca es nuestra lucha por el cambio político, económico y social de México, porque no queremos seguir siendo una sociedad que habita entre rejas, en pequeñas cárceles o simulacros de campos de concentración (rodeados de alambre de púas y navajas).
La diferencia del catorceavo asalto y los anteriores es que en ninguna de las cornadas había estado en peligro uno de nosotros. Los ladrones irrumpieron en la casa del color de la tierra con un huracán dormido dentro, rondaron mi sueño, se pasearon impunes en la cocina, en la sala –en el espacio de nuestros muertos y nuestra memoria histórica–. El intervalo de acción del ladrón es cuando la luz falta y la noche es total y hermética. Los ladrones son la chispa del caos que puede convertir en ceniza la esperanza, la ilusión o el sueño. No será nuestro caso. Al despertar y "ver" las ventanas violadas, distorsionadas por la fuerza de un "gato" y el hogar vulnerado, inmediatamente pensé en las palabras de Nezahualcóyotl:
¿A dónde iremos?
¿A dónde iremos
donde la muerte no exista?
Más, ¿por ésto viviré llorando?
Que tu corazón se enderece:
aquí nadie vivirá para siempre.
Aún los príncipes a morir vinieron,
los bultos funerarios se queman.
Que tu corazón se enderece:
aquí nadie vivirá para siempre.
Nada es para siempre aquí, y más temprano que tarde pagarán por lo que están haciendo.
Es tan corto y fugaz el paso por la tierra que rendirse es un suicidio donde sigues vivo pero estás muerto. No descansaremos hasta ver en la cárcel al más indigno de los ladrones de México: Felipe Calderón Hinojosa.
Triunfaremos.
Hasta la victoria siempre.
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