La conciencia foxista

Errático fue el final, el comienzo, el desarrollo y el climax del foxismo como aquí lo muestra su conciencia. Las horas finales fueron la imagen fractal de su sexenio; se le cayó la bandera, no encendió el micrófono y la lengua y los ojos se le desbordaban como serpentinas rotas. Eran los efectos corporales de la traición. Meses atrás había orquestado la sucia campaña que terminó imponiendo en la presidencia de la república a un hombre que no cuenta –ni contará– con la simpatía de la mayoría de los mexicanos, por capricho, por su quemante insanidad y sus negocios. El sexenio del alto vacío es una herida que no ha dejado de sangrar, y como consecuencia, el cuerpo social está desangrándose en terapia intensiva. La libertad de Vicente Fox anida la burla y el desprecio que los poderosos tienen por el pueblo de México.