El fin del cine neoliberal

El cine neoliberal, caracterizado por la futilidad y la liviandad de las mentes espectaculares que lo producen, está próximo a su fin. Basado en el círculo del dinero, el televisor humeante y la idiotez, el cine neoliberal irá directo al basurero de la historia no por su brillante manufactura, sino por ocultar todo lo que pudo decir. Ser replicantes de Hollywood fue parte de la estrategia para diluirnos, para destrozarnos y fundirnos en el sueño fallido del libre mercado y el reinado de los empresarios-productores como Carlos Slim, Jorge Vergara o cualquier otra máscara que cubra los requisitos del poder tras el poder. La banda de los Óscares fueron los linchadores estratégicos de lo mexicano, aparentando ser representantes de "lo mexicano". Fueron un virus monárquico, casi perfecto.

La superinflación de la producción cinematográfica, en el fondo, es el diseño de un sótano exclusivo para las élites vacías, poco reflexivas y cero concientes de lo que acontece en la superficie y en la profundidad de México. La censura es criminal, la autocensura, una responsabilidad. Afortunadamente para el México del siglo XXI, la revolución tecnológica será la punta de diamante que reventará la piscina de champagne a 24 cuadros por segundo. Así como se está colapsando La República de la Televisión, se colapsará la idea cinematográfica espectacular. La emergencia tomó por sorpresa a los artistas neoliberales, que, en la mediocridad burbujeante, olvidaron su propia historia: es el remake de La bastilla lo que suena a su puerta y ellos, mareados por las burbujas, solo podrán contestar con su degradación: la futilidad de la futilidad.

¿Victor, Mike, Charly, me escucha?