Andre Bazin define el cine como "un medio perenne, en el cual el hombre continúa la lucha contra la muerte, contra lo que se acaba, contra lo que tiende a desaparecer". El cine es memoria y espejo; es poder y propaganda. El cerebro televisivo lo sabe: por eso destruyó lo "destruido" e introdujo su neoliberal forma de producción: mexicanos haciendo cine hollywoodense en México o en el extranjero. Fue el clan de los cosmopolitas salvajes. La paradoja del cine mexicano es la siguiente: un país de más de cien millones de habitantes cuenta con "dos" escuelas oficiales de cine: el CUEC y el CCC. Lo cerrado del campo le da la condición de amigable lucha de castas (risas grabadas por lo de "lucha"): Gael García Bernal y Jorge Vergara, Diego Luna, Carlos Cuarón y Carlos Slim, Alejandro González Iñárritu y Emilio Azcárraga, Guillermo del Toro y Roberto Hernández. El cineasta Republicano Televisivo está hecho a la imagen y semejanza del poder: ¡van juntos a Cannes! (y Guillermo del toro es el "rostro" publicitario de Banamex).
En el reportaje La violencia en el festival de Cine de Morelia -Proceso del 12 de octubre de 2008- Columba Vértiz de la Fuente hace una serie de entrevistas a cineastas mexicanos sobre la situación social que vivimos, y solo Maya Zapata interpretó la problemática de fondo: la ilegitimidad de origen del hombre que usurpa la presidencia de la República. El cine mexicano debe replantearlo todo: sus sistemas de producción, sus ideas y sus mitos (nuestros mitos). Es hora de decirle adios a Hollywood. En la Radicalidad (en la raíz) están los antídotos al exceso del cine concebido como "línea de producción" o una "industria". El cine posmoderno es un sistema de comunicación al servicio de la memoria y la (re)flexión sobre lo que significa ser humano y vivir en sociedad. La utopía dramática sería emprender la búsqueda de lo imposible: la (re)presentación del primer sueño del primer hombre.
"Por el fin de las mentiras, la verdad".
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Contra(comunicado):
Como decía Henry David Thoreau, "No pido inmediatamente que no haya gobierno, sino inmediatamente un gobierno mejor". El orígen de Medios y política fue el fraude electoral del 2006: nació La República de la Televisión y la programa(ción) se volvió dicta(dura): un monopolio opinativo de Tercer Grado. Aquí en 'Medios y política' están las evidencias comunicacionales que sostienen nuestra tésis: Felipe Calderón no ganó las elecciones; la oligarquía lo impuso mediante un fraude para auto(comprarse) lo que queda de México. Y lo repitieron imponiendo a Enrique Peña Nieto en el 2012. Por eso pedimos lo posible: que se restaure La República.
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