El fraude

El fraude en México es un arquetipo social y cultural, estamos cimentados en un fraude histórico."La conquista" nombraron al cuento que despobló nuestra memoria. El despojo fue posible al mayor holocausto y saqueo que la humanidad haya sufrido en su luminosa historia. La crónica de la Resistencia fue la primera que quemaron. Ahora entendemos porqué "el Quijote" es la mayor obra literaria de "occidente". Por el género: es una novela de caballerías, como su versión de la historia, o su "invención del mundo".

Serge Gruzinski, en "El pensamiento mestizo", da pistas para entender e imaginar otra historia, la profunda, la innombrable: "el hambre sucede a la hecatombe: el hambre que aflige cruelmente, punge y da retorcijones en el estómago y tripas hasta la muerte [...] Desta gran hambre murieron muchos de los pobres y que poco pueden". Hambre, guerra y epidemia, los tres caballeros del Apocalipsis se esfuerzan por que los indios desaparezcan de la tierra en que vivían."

Hoy con otros "nombres", están en la escena los mismos caballeros: "escasez de alimentos en el mundo", el terrorismo petrolero y la "amenaza" de la gripe aviar. La "quema" de los códices fue la quema de los símbolos que podían reactivar (en un tiempo futuro) lo profundo, lo mexicano, "lo que nos antecedió". Se llevaron la tinta negra y la roja, la flor y el canto y la danza y el sonido de Tezcatlipoca. En forma de mito: Los reyes se llevaron al niño jaguar de su cuna, separándolo para siempre de su hermano "serpiente emplumada"; y así le desterraron el equilibrio a un continente. Por eso el des-ligamento con lo que somos: el Chocolate es símbolo francés; el Dragón, chino; el café, africano; el "Holocausto", Alemán; las Pinturas rupustres francesas y Españolas, etc.

El juego de pelota antiguo es la representación de un sistema-universo; el balón es la rotación y la traslación de la tierra. Es un sistema en equilibrio. La vuelta alrededor del sol en un ciclo de vida, de luz y de sombra; de frío y calor, de nacer, morir y nacer. Es un poema físico al "origen celeste del hombre". Un Rarámuri no corre por medallas olímpicas ni por dinero, corre por representar "el tiempo" o para "morir corriendo", como cuando bebe para depositarse unas horas en el inframundo. La conquista ha sido comunicacional e icónica. Lo que hicieron con las ciudades, lo hicieron con la cultura: "quedó tan destruida la tierra de las revueltas y plagas ya dichas que se quedaron muchas casas yermas del todo, y en ninguna hubo adonde no cupiese del dolor y llanto, lo cual duró muchos años". Las ciudades antiguas mexicanas parecen haber sido destruidas con bombas, con furia, con rencor monárquico (extra) terrestre, como el sistema de gobierno elegido por las "líneas de sangre" y no por la voluntad del pueblo.

El día que La Monarquía de la televisión celebró el triunfo de España en la Eurocopa, se dejó claro al mundo una estructura de poder: primero, Michel Platini, presidente de la UEFA, les colgaba a los jugadores españoles la medalla de oro con una sonrisa de lacayo. El que los "saludaba", ya como "campeones", era el Rey Juan Carlos I y la Reina Sofía; después aparecían "los humanos": el presidente de la FIFA, el presidente de España y la canciller Alemana. La monarquía está más viva que nunca. Los hombres detrás de la cortina saben, -como Tzinacan el último sacerdote maya-, que la piel del jaguar (el universo maya-mexicano) es el símbolo que puede renacer la memoria del hermano "robado" y la tradición mexicana. Si hubiéramos mantenido la costumbre de leer las estrellas, hoy podríamos decodificar nuestro destino que si no es la "regresión", será la ruptura del ciclo de "los fraudes".

Abajo los monárquicos. Arriba México.