miércoles, febrero 20, 2008

Chasqui. Revista latinoamericana de comunicación.

Sobre el periodismo, la ética y la democracia, José Zepeda Varas y Daniel Prieto Castillo 02


El autoritarismo fundado en la picaresca, la seducción y la corrupción, bañados todos estos elementos de cinismo, sigue presente en nuestros países. Existe el periodista corrupto y su correlato que es el político corruptor. Por política o por dinero, o por las dos cosas. Las afinidades son muy fuertes.
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Pero esta terrible realidad de los medios como víctimas, no puede ocultarnos la otra: la del periodismo que se alía con poderes y gobiernos para justificar mentiras, corrupción, represión y guerras. Ese periodismo pretende, además, condicionar la actuación de los agentes políticos y sociales que no marchan al ritmo del poder.
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Esta primacía de los medios genera además actitudes de egolatría en los periodistas. Cómo extrañarse entonces que el escritor italiano Antonio Tabucchi diga en su novela Tristano Muere que, quien escribe para comentar la vida cree siempre que su comentario es más importante que lo que comenta, aunque no se dé cuenta. Tu, que escribes acerca de la vida, qué opinas de ello.

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La renuncia de los periodistas a ocuparse de los hechos reales es grave. Al inventar la realidad se sienten omnipotentes, famosos por un día o por unos años, pero el proceso es suicida. Esta renuncia se ha unido al discurso conservador y neoconservador de los Estados Unidos y desde ahí se ha proyectado a muchos países. Se recurre al terrible papel de Radio Mil Colinas, la radio del odio de Ruanda que alentó la matanza de medio millón de personas en 1993. Pero hoy tenemos radios y medios del odio desde Nueva York hasta Madrid, pasando por varios países y continentes.
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Se han producido una serie de fenómenos sociales, culturales y políticos en los medios. En nombre de una supuesta democratización de ellos y de la “participación” de los ciudadanos, se ha impuesto el todo vale. La aparente revolución contra las jerarquías mediáticas ha legitimado el populismo, la chabacanería, la promoción de una cultura sin valores, y el fin de la calidad. Todo da igual, y cuando esto ocurre, los derechos de los ciudadanos y la política desaparecen. El ignorante es experto, el diálogo se cambia por el griterío, el debate racional por el insulto más eficaz, la rapidez reemplaza la reflexión, la vida privada se torna pública y los medios y la vida social entran en un circuito de espectáculo y mercado tan poderoso que un día descubrimos que ya casi nada queda fuera de ese perverso marco de referencia.

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Contra(comunicado):

Como decía Henry David Thoreau, "No pido inmediatamente que no haya gobierno, sino inmediatamente un gobierno mejor". El orígen de Medios y política fue el fraude electoral del 2006: nació La República de la Televisión y la programa(ción) se volvió dicta(dura): un monopolio opinativo de Tercer Grado. Aquí en 'Medios y política' están las evidencias comunicacionales que sostienen nuestra tésis: Felipe Calderón no ganó las elecciones; la oligarquía lo impuso mediante un fraude para auto(comprarse) lo que queda de México. Y lo repitieron imponiendo a Enrique Peña Nieto en el 2012. Por eso pedimos lo posible: que se restaure La República.

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