Una vez presidente...
Así dicho, el proyecto de Fox dibuja una Disneyland on the rocks o una parodia de una parodia de una parodia de Citizen Kane o -en teatro de cabaret- la búsqueda de la Canica Filosofal del Club de Alquimistas Chiras Pelas. De nuevo, pienso que lo verdaderamente real está en otra parte. Además de su malignidad simplona ("Me desquité de López Obrador"), de su proyecto de desafuero tan fallido, del dinero desaparecidito en su administración, de su fracaso en casi todo (el casi es para dar rienda suelta a la probabilística), Fox quiso -y ésta fue una de sus pocas acciones deliberadas-, que se le tomara por "un niñote" y, aquí ya desaparece el propósito consciente, con esto consiguió aprovechar el infantilismo de una sociedad más bien a gusto con su propia y perenne puerilidad.
Éste para mí es uno de los ejes de la increíble buena suerte del secreto de Fox: si los 10 ó 12 años de edad son la edad analítica promedio de los convencidos de que la realidad es impensable e inmodificable, Fox y todos los detentadores de la vocación de impunidad ganan inevitablemente. Él, con su júbilo "de manada de un solo búfalo" encarnó desde la Presidencia de la República a la minoría de edad en política, y esa convicción lo encerró en la burbuja del cuento de hadas tan costoso y ultrajante en la realidad.
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