lunes, abril 16, 2007

Julio H.L.

Astillas

El caso del asesinato del corresponsal de Televisa en Acapulco se complica más cada día. Las pruebas periciales practicadas a Genaro Vázquez Durán actúan en contra de la versión oficial, que le responsabiliza del crimen (hasta el fiscal constitucional de la República, el licenciado Calderón, aseguró el otro día que los "culpables" ya estaban detenidos y, desde luego, se congratuló por esa especie, que desde un principio ha estado en entredicho). Por otra parte, se insiste en el ámbito policial guerrerense y federal en que la causa del asesinato sería romántica, pero no heroica, un asunto "pasional". El propio noticiario insignia de Televisa, el que conduce Joaquín López Dóriga, ya no mantuvo el pasado viernes ni el acento ni el tiempo que había asignado al tema. Pero los aires sombríos y, literalmente, macabros ahora amenazan tanto a los trabajadores de Televisa Acapulco, en especial a los reporteros, que el sábado pasado se negaron a salir de las instalaciones de la empresa a laborar, como sus directivos, que ya se han hecho acompañar de escoltas y cuando menos en un caso tendrían a su disposición un vehículo blindado. Una pregunta central es si el manejo informativo de Televisa Acapulco y del propio corresponsal asesinado había sido tan crítico, puntilloso y confrontado con los poderes gubernamentales y del narcotráfico como para que por ese ejemplar ejercicio periodístico los corruptos o malvados que hubiesen sido desenmascarados quisiesen cobrar venganza o si, por el contrario, todo se mueve en un escenario de complicidades, arreglos e inclusive chantajes a niveles directivos y de algunos personajes "estelares". Y no sólo a escala estatal...

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Contra(comunicado):

Como decía Henry David Thoreau, "No pido inmediatamente que no haya gobierno, sino inmediatamente un gobierno mejor". El orígen de Medios y política fue el fraude electoral del 2006: nació La República de la Televisión y la programa(ción) se volvió dicta(dura): un monopolio opinativo de Tercer Grado. Aquí en 'Medios y política' están las evidencias comunicacionales que sostienen nuestra tésis: Felipe Calderón no ganó las elecciones; la oligarquía lo impuso mediante un fraude para auto(comprarse) lo que queda de México. Y lo repitieron imponiendo a Enrique Peña Nieto en el 2012. Por eso pedimos lo posible: que se restaure La República.

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