Salvador García Soto
04 de enero de 2007
"El Presidente que como candidato fue ligado a Salinas se quiere desalinizar , y el desalinizador que lo desalinice un buen desalinizador será". Con esa suerte de trabalenguas político podría explicarse la sorpresiva e inédita comida que tuvo ayer el presidente Felipe Calderón con el ex mandatario Ernesto Zedillo Ponce de León , a quien recibió con todas las cortesías en la casa presidencial de Los Pinos.
No es común que un Presidente en funciones reciba en la residencia oficial a un ex presidente y mucho menos que el encuentro se haga público; en una rápida consulta hemerográfica no hay registros de ningún encuentro parecido al que ocurrió ayer en Los Pinos, y si los hubo debieron ser reuniones de lo más privadas y secretas. Era una regla no escrita del viejo régimen -ese que aún no muere del todo y que tampoco es sustituido por uno nuevo-, que un Presidente no debía ser visto en público con sus antecesores, sobre todo si se trataba del que lo había designado candidato y era su antecesor inmediato.
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"Me parezco mucho más a Zedillo que a Salinas o que a Fox. Seré un Presidente más cercano a Ernesto que a Vicente o a Carlos", parecen ser los mensajes detrás de la comida de ayer y de la inédita fotografía donde, por primera vez en la historia reciente, un Presidente en funciones y un ex presidente comparten la mesa en la casa presidencial y además sonríen y se dan palmadas en la espalda para que queden registradas en la imagen.
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