"...Son varios los conflictos que ahora atraviesan al Partido Acción Nacional, pues por todas partes afloran la división y las querellas internas. Manuel Espino tiene los días contados como dirigente de Acción Nacional y Santiago Creel de líder del Senado. El primero, por apoyar la precandidatura presidencial del segundo; éste, porque fue el favorito de Fox y de Espino para abanderado de Acción Nacional.
A Espino de muy poco le servirá ser el hombre del Yunque y de los sectores fascistas del PAN. Debe prepararse con el fin de abandonar la dirección de su partido, donde Calderón querrá poner a uno de los suyos. Santiago Creel es todavía más frágil, pues no puede olvidarse que, cuando se discutía una nueva Ley de Juegos y Sorteos en el Congreso, el hombrecito, en su afán de comprar la candidatura presidencial, como pago anticipado hizo redactar un reglamento de la vieja ley vigente, mediante el cual entregó a Televisa y otras empresas los permisos para operar casas de apuestas.
Todo eso es parte del derrumbe moral del PAN que, cegado por su tradicional y trasnochado anticomunismo, traicionó la democracia y hasta su propia historia con tal de detener a Andrés Manuel López Obrador. Nadie olvida la soez intromisión del neofranquista José María Aznar en nuestra política interna, cuando hizo campaña a favor de Felipe de Jesús Calderón. Imposible no tener presente cómo el propio Calderón contrató para publicista a Antonio Solá, heredero de Joseph Goebbels y que grandes servicios le ha prestado al Partido Popular español. A ese tipejo se debe la guerra excrementicia desatada por Acción Nacional y sus patrocinadores en contra del candidato de centroizquierda.
Un partido capaz de caer en esas profundidades morales no puede ser una organización sana, pues ha puesto de lado la ideología, la ética política y su tradición, para justificar toda bajeza. Sus militantes, en ese trance, han perdido la vieja identidad. Ya no los definen los principios heredados de Gómez Morín y de otros padres fundadores, sino la búsqueda sin escrúpulos del poder, con el fin de obtener empleos, canonjías, contratos, riquezas y dominio sobre hombres y mujeres.
Se dirá y se dirán que ése es un fenómeno universal y ya lo habían advertido muy diversos pensadores, lo cual es cierto, pues el poder contiene un veneno corruptor para el que hay pocos antídotos, pero no ha de ser muy edificante caer en esa condición, pues nadie se atreve a hacer la apología del poder por el poder mismo, lo cual implica abandono de los fines que dan perfil y explicación a la existencia de un partido. En esa situación se encuentra hoy Acción Nacional: conquistó el poder, pero perdió el alma.
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