martes, septiembre 27, 2016

La sociedad alarmada invisible

Desde hace meses en Rosarito Baja California existe una política deliberada de "alarmar al despertar" que al principio pensé era parte azarosa de los improvistos que el vivir en sociedad conlleva, pero todo factor que se repite de forma deliberada y con cronograma tiene detrás un responsable humano, un protocolo o una orden. Es imposible que todos los días de todas las semanas de todos los meses a las seis y media de la mañana, luego a las siete, luego a las siete y media sucedan accidentes, crímenes de alto impacto o asaltos para que a una hora que el bulevar Benito Juárez no cuenta con flujo considerable de autos, se tengan que encender las alarmas de la emergencia; es lo vivido incluso matemáticamente imposible.

La transición de un Estado autoritario a un Estado totalitario se define como el momento que el Estado intenta controlar todas las actividades del ser humano, como por ejemplo, el tiempo al que el soldado social debe despertar o dormir. Y eso está sucediendo. Llueva, truene, haga calor, haga frío el protocolo "alarmar al despertar" no varía. Esa matemática social es falsa o inducida. Y el México post 43 de Ayotzinapa no parece entenderlo o quiere seguir pensando que los chispazos autoritarios del Estado son errores o causados por generación espontánea, y no, es un diseño o una ingeniería social aplicada de manera encubierta porque de otra forma la población ya lo hubiera detenido. Pero esos métodos funcionan como dicen lo hace el diablo: haciendo creer que no existen.

Hannah Arendt, la filósofa alemana en su texto ¿Qué es la política?, anticipó un proyecto distópico como el aplicado por el neoliberalismo en México: "un gobierno mundial que disuelva el estado en una maquinaria administrativa, que resuelva los conflictos políticos burocráticamente y que sustituya los ejércitos por cuerpos policiales [...] bajo este punto de vista, en lugar de una abolición de lo político obtendríamos una forma despótica de dominación ampliada hasta lo monstruoso, en la cual el abismo entre dominadores y dominados tomaría unas proporciones tan gigantescas que ni siquiera serían posibles las rebeliones, ni mucho menos que los dominados controlasen de alguna manera a los dominadores".

La política deliberada de alarma social de la zona donde vivo, además de las sirenas chillonas del amanecer, las motocicletas con escape abierto que recorren como pista de carreras el bulevar, y los sistemas de sonido de las ilegales ofertas comerciales, se refuerza por un sistema de casas ¿de seguridad? que de manera reiterada, sin falta, los siete días de la semana detonan sus alarmas, una a las siete de la mañana, y la otra a las tres de la tarde. Quien ha tenido alarma sabe eso sucederá si a esas dos casas, todos los días a la misma hora intentaran robarlas, que el proveedor del servicio cometa un error sistemático, o que sus habitantes "montaran" la alarma y abrieran una puerta o ventana por error siempre al mismo minuto todos los días, de todas las semanas de todos los meses. Algo que cualquier persona inteligente sabe es imposible. Por lo tanto existe un diseño humano detrás y entonces la pregunta es pertinente: ¿es eficiente o no en su política social el neoliberalismo?

El momento que se hace fuerte el sistema de ideas moderno, basado en la racionalidad extrema, fue cuando una serie de pensadores europeos cuestionaron lo azaroso de la naturaleza por un terremoto destructor de Lisboa. Al pasar el tiempo se afianzó la idea de que para estar seguros, deberíamos nosotros, como seres humanos controlar la invariabilidad de la naturaleza y no morir ante sus latigazos. De ahí brotó la idea: el hombre es la medida de todas las cosas; ya no Dios, el poder sobre-natural o el universo. El ser humano proclamó su SER superior a la madre que lo sustenta y por lo tanto podría destruir y modificar a su antojo la tierra. Un mecanicismo perfecto como el del ruido sostenido y la alarma social que nos están aplicando, es el climax moderno. Espero, que acá en lo real, la cosa sea como en el teatro o el cine, y después del climax, tarde o temprano llegue el desenlace de la obra del terror.

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Contra(comunicado):

Como decía Henry David Thoreau, "No pido inmediatamente que no haya gobierno, sino inmediatamente un gobierno mejor". El orígen de Medios y política fue el fraude electoral del 2006: nació La República de la Televisión y la programa(ción) se volvió dicta(dura): un monopolio opinativo de Tercer Grado. Aquí en 'Medios y política' están las evidencias comunicacionales que sostienen nuestra tésis: Felipe Calderón no ganó las elecciones; la oligarquía lo impuso mediante un fraude para auto(comprarse) lo que queda de México. Y lo repitieron imponiendo a Enrique Peña Nieto en el 2012. Por eso pedimos lo posible: que se restaure La República.

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