La dictadura (mexicana) sin apariencia de dictadura

Sergio Humberto Brown Figueredo 

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La palabra dictadura lo dice, "dicta duro", en referencia a la disciplina militar, y la verticalidad de la transmisión de las órdenes en los cuerpos castrenses. La dictadura mexicana consiste en aplicar a la población una forma de vida 'militar' sin que sea en la imagen militar. Por eso no utilizaron los carros militares tocando tambores y cornetas desde las seis de la mañana por las calles, e hicieron un giro en la percepción para imponer la práctica y nadie entendiera el cómo. Y ahí entró la ilusión cinematográfica o el departamento de arte-militar: ¿Qué tal un carrito bien jodido de los años ochenta con placas de California, manejado por una señora comiendo torta, y un alta voz que pide botes de aluminio y fierro-viejo desde las seis de la mañana?

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Una dictadura es exitosa en medida que mantenga la percepción que no es dicta-dura ante la mayoría social, la neoliberal mexicana se mantiene y profundiza gracias a que evolucionó el pensamiento de los militares norteamericanos en torno a las experiencias de la operación Cóndor en América Latina, y dieron en el clavo: "Todo es cuestión de apariencia y percepción". Y a los perpetuadores del caos, para evitar juicios futuros, simplemente les quitaron el uniforme o el art-department militar les diseño otros que no los haga sospechosos. Los métodos de guerra y las dictaduras evolucionan y se perfeccionan como el capital mismo. Saben cómo pulir su diamante de coerción y mantenerse de una u otra forma en el poder.

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Las dictaduras militares sin apariencia militar como la aplicada en México están diseñadas por los gringos para ser infinitas, porque los crímenes para imponerlas son graves y de lesa humanidad: tortura psicológica generalizada, ruptura de la privacidad, la muerte como estandar productivo, espionaje, la desaparición forzada como táctica contrainsurgente, genocidio económico para frenar la movilidad social y un largo etcétera. Al ser dictaduras militares sin apariencia militar, la población cae en largos procesos de confusión, y el aparato ideológico impone el orden brutal de las cosas como necesidad: de ahí la elevación en los últimos meses del acoso al pueblo, periodistas y voces críticas, al grado que la SEDENA aceptó ser torturadores con uniforme. Y semi-anunciaron el próximo paso, unir la coerción que aplica el Estado con uniforme y sin-uniforme. Vienen tiempos difíciles.