Por Sergio Humberto Brown Figueredo
La Revolución Mexicana fue un movimiento popular armado y de opinión
pública que se gestó por décadas a la sombra del gobierno autoritario y
antidemocrático de Pofirio Díaz. La ola del descontento se volvió
tsunami al unirse la rebelión popular con una parte del "capitalismo
ilustrado" encarnado en Francisco I. Madero, que después de publicar La
Sucesión presidencial y ser víctima del fraude electoral,
lanzó el canto para iniciar la guerra contra el tirano un 20 de
Noviembre de 1910 a las seis de la tarde bajo la proclama irrebatible de 'sufragio
efectivo, no reelección'.
Después que detonó el grito
se concretó la fusión de los comités magonistas, el movimiento obrero
(castigado antes en las matanzas de Cananea y Río Blanco), los ejércitos
villistas del Norte y los zapatistas del Sur —casi todos campesinos— y
muchos otros grupos oprimidos por las políticas genocidas y clasistas
del dictador envilecido. Todos juntos empujando contra la silla
derribaron al oaxaqueño un 25 de Mayo de 1911 y subieron a Francisco I. Madero. Después los oligarcas se reagruparon y con la
Embajada de Estados Unidos de por medio, asesinaron al "apóstol de la democracia" e impusieron
una dictadura militar (des)encabezada por el alcohólico general Victoriano
Huerta.
Ese caos e inestabilidad 'inducida' duró varios años y siguió costando vidas de mexicanos.
Después de proclamada la Constitución de
1917, La Revolución pasó a manos de una casta armada denominada "grupo Sonora". Asesinaron a Carranza y debilitaron después al poder popular quitándoles la vida con balas a Francisco Villa y
Emiliano Zapata. Así, años más tarde, para repartir de manera pacífica el
poder y el botín ganados con sangre, entre generales y caudillos, surge el PNR, después PRI (Partido Revolucionario Institucional). Las tres
letras que sintetizan la corrupción en que terminó una revolución
justa y necesaria al ser "institucionalizada", sometida por el capital
y las ambiciones que desata el poder absoluto.
Más de cien años después del inicio de La Revolución vivimos las mismas condiciones políticas, económicas y sociales que enunció en el Plan de San Luis Madero:
"Tanto el Poder Legislativo
como el Judicial están completamente supeditados al Ejecutivo;
la división de los Poderes, la soberanía de los Estados,
la libertad de los Ayuntamientos y los derechos del ciudadano, sólo
existen escritos en nuestra Carta Magna; pero de hecho, en México
casi puede decirse que reina constantemente la Ley Marcial; la justicia
en vez de impartir su protección al débil, sólo
sirve para legalizar los despojos que comete el fuerte; los jueces,
en vez de ser los representantes de la Justicia, son agentes del Ejecutivo,
cuyos intereses sirven fielmente; las Cámaras de la Unión
no tienen otra voluntad que la del Dictador; los Gobernadores de los
Estados son designados por él y ellos a su vez designan e imponen
de igual manera las autoridades municipales."
Así
como las resistencias se han ido modificando y puliendo con el tiempo,
los sistemas de control y dominación política también. Una simulación fue el supuesto fin
de la época priísta en el año 2000 con el cambio democrático que se vendió mercadológicamente
bajo el rostro y botas (imperiales) de Vicente Fox. Y la transición terminó por develarse trampa autoritaria con la imposición
fraudulenta de Felipe Calderón y la declaración unilateral de una guerra
que bañó de sangre el suelo mexicano y sumió en un clima de terror al
pueblo que, crédulo de los cuentos televisivos, aceptó la
historia escrita en algún bunker de Televisa por elecciones y la posterior 'estrategia contra los criminales'.
Después
de la maniobra mediática del miedo que culminó con la imposición del
horror calderonista (fueron los impuestos el verdadero peligro para México), millones de mexicanos pensamos que las elecciones
de 2012 serían la coyuntura para, —ahora si—, vivir un cambio
verdadero y darle fin al neoliberalismo derrotando en las urnas al
candidato fabricado por Televisa y el grupo Atlacomulco. No lo
permitieron y nos hicieron fraude de nuevo: mediante tarjetas de banca MONEX y
de SORIANA compraron millones de votos y utilizaron al
IFE para legalizar el atraco. Se le privó al pueblo mexicano (una vez más), su derecho a elegir gobernantes de manera libre y soberana.
Ante
el golpe de estado televisivo que significó el regreso del PRI a Los
Pinos en 2012, o mejor dicho: la permanencia encubierta de 'doña porfiria' en el poder, —Fox y Calderón salieron más priístas que la
madre espiritual de Plutarco Elías Calles—, el pueblo mexicano, acalambrado, vio por los medios cómo el gobierno manipulado por el
capital financiero desmontó el Estado mediante 'reformas estructurales'
(redactadas en el extranjero) y culminó el proyecto de integración
de México a América del Norte, y su destino manifiesto de ser 'patio
trasero': proveedores de fuerza laboral al Imperio.
Y como el 1 de Enero de 1994 —entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio— lo hiciera el EZLN, los últimos de la fila del capitalismo, que desde la Selva Lacandona
lanzaron el mensaje de resistencia al proyecto salinista (el
neoliberalismo salvaje) que inició esa trágica fecha. Ahora en 2014, de
la zona de Guerrero emanó un movimiento de indignación mundial por los
43 normalistas desaparecidos en Ayotzinapa, justo al momento que culminó un ciclo histórico del TLC con la venta del petróleo a
los extranjeros.
La operación de Estado contra los normalistas es la 'marca' que el capital global dejó rayada en el piso como 'muestra' de lo que seguirá haciendo si alguien se opone a su legalizado saqueo. México ni siquiera es un expaís, ahora es un territorio (televisivo) anexado. Y a Carlos Slim le sobra dinero para re-comprarlo. Por
eso poderosos latigazos de injusticia truenan sobre la
columna vertebral del pueblo mexicano: fraudes electorales, corrupción
descarada con La Casa Blanca de Enrique Peña Nieto, aumento de impuestos
a los de abajo y la pronta conversión a fierros de una empresa insignia: Petróleos Mexicanos.
Así, con las condiciones de inconformidad
generalizada en el país, estamos de nuevo ante un reto histórico,
seguir el eco del grito de Madero en el tiempo y sin miedo, y sin otro
destino que nuestra Historia, lanzarnos masivamente a las calles el 20
de Noviembre de 2014 (en Tijuana a las cinco treinta de la tarde en el Cuauhtémoc), para exigir la aparición
con vida de los maestros normalistas desaparecidos, y
justicia por todos nuestros muertos acumulados: los del 68 en Tlatelolco, los de la Guerrra Sucia,
los que asesinó el 'viejo' PRI, los de Aguas Blancas, l@s de Acteal, los niñ@s de la guardería ABC, y los miles y
miles de asesinados en el calderonismo que también son nuestros.
Y los que no puedan salir a la calle, pueden protestar y enunciar los reclamos en lo privado, en su esfera vecinal o de trabajo, que las palabras también son dardos elevados al viento que se clavarán en el corazón tirano.
Con la serpiente de injusticias acumuladas y las historias chinas
del Procurador cansado, Jesús Murillo Karam, no podemos
pensar que esa casta en el poder
hará justicia a los asesinados y desaparecidos, al contrario, profundizarán la crisis y como
dice el clásico criminal: "Ya matando a uno, los que siguen son números de sangre acumulados". Osamentas del olvido. Los sin ética al mando de las fuerzas
coercitivas del estado intentan llevarnos a una guerra descarnada:
los actos de violencia inducida en las últimas manifestaciones
pacíficas lo afirman; no tienen límites y no se detendrán.
Solo queda la fuerza de los miles de muertos que nos heredaron la Constitución de 1917 y el artículo 39 que dice:
LA SOBERANIA
NACIONAL RESIDE ESENCIAL Y ORIGINARIAMENTE EN EL
PUEBLO. TODO PODER PUBLICO DIMANA DEL PUEBLO Y SE
INSTITUYE PARA BENEFICIO DE ESTE. EL PUEBLO TIENE
EN TODO TIEMPO EL INALIENABLE DERECHO DE ALTERAR O
MODIFICAR LA FORMA DE SU GOBIERNO.
Es la puerta que la carta magna dejó
para que no se impusieran "sin salida" en México dictaduras o gobiernos
corruptos que burlan la ley y la voluntad popular. De nosotros depende abrir
esa puerta o dejarla cerrada. En las letras del artículo 39 está la fuerza
contenida de millones que esperan liberarse del yugo del ignorante gobierno televisivo
y del genocidio económico neoliberal. De nosotros depende
seguir viviendo atados al suelo y de nosotros depende elevar
el vuelo. El 20 de Noviembre le arrebataremos la energía revolucionaria al falso gobierno. Por nuestros vivos y muertos. Por la aparición con vida de nuestros compañeros de Guerrero, y la renuncia de Peña Nieto. A las cinco treinta de la tarde en el Cuauhtémoc.
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Contra(comunicado):
Como decía Henry David Thoreau, "No pido inmediatamente que no haya gobierno, sino inmediatamente un gobierno mejor". El orígen de Medios y política fue el fraude electoral del 2006: nació La República de la Televisión y la programa(ción) se volvió dicta(dura): un monopolio opinativo de Tercer Grado. Aquí en 'Medios y política' están las evidencias comunicacionales que sostienen nuestra tésis: Felipe Calderón no ganó las elecciones; la oligarquía lo impuso mediante un fraude para auto(comprarse) lo que queda de México. Y lo repitieron imponiendo a Enrique Peña Nieto en el 2012. Por eso pedimos lo posible: que se restaure La República.
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Huracán: La política secreta neoliberal
Huracán: "Ayotzinapa. El motivo"
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