"A uno de los ejecutados de Ayotzinapa le arrancaron la
cara, lo desollaron; mientras ese crimen tan horripilante circulaba
(como anti–selfie), no pude evitar pensar que la decisión de
desaparecer mi nombre y, prácticamente auto–sepultar mi carrera, era
congruente con este momento (y otros).
Aquel joven
soñaba ser alguien, porque era lo que en una colonia marginada del norte
de México y el patio trasero de Estados Unidos se podía soñar.
Antes
fui un apestoso proletario y hoy soy un apestoso intelectual. Hoy
quiero solidarizarme con los ejecutados de todas las causas (y cárteles)
y, por ende, desposeerme de mi propio nombre. No tener rostro o firma
personal, ser otro desaparecido más (en este control
colonial–capitalista)."
Heriberto Yépez en Milenio.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario