"Habrá un antes y un después de la escuelita zapatista. De
la reciente y de las que vendrán. Será un impacto lento, difuso, que se
hará sentir en algunos años pero marcará la vida de los de abajo durante
décadas. Lo que vivimos fue una educación no institucional, donde la
comunidad es el sujeto educativo. Autoeducación cara a cara, aprendiendo
con el alma y con el cuerpo, como diría el poeta.
La escuelita zapatista, por la que pasamos más de mil alumnos en comunidades autónomas, fue un modo diferente de aprendizaje y de enseñanza, sin aulas ni pizarras, sin maestros ni profesores, sin currícula ni calificaciones. La verdadera enseñanza comienza con la creación de un clima de hermanamiento entre una pluralidad de sujetos antes que con la división entre un educador, con poder y saber, y alumnos ignorantes a los que se deben inculcar conocimientos."
En La Jornada.
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