'La trasnacional Wal-Mart no sufre ni se acongoja. Sabe que su apuesta en México se mantiene segura y boyante, fundamentalmente por dos cosas: a) los delitos denunciados por The New York Times, simple y sencillamente prescribieron, y b) el total silencio (léase complicidad) del gobierno mexicano sobre el particular, en el que nadie sabe, nadie supo, y si llegara a saberlo de todas maneras tampoco actuará en consecuencia. Ya lo dijo la procuradora Marisela Morales: el de los sobornos
es un caso que todavía no tenemos, pero que si en un momento dado es competencia nuestra, por supuesto que vamos a actuar y a solicitar lo que sea necesario. Y en el éter, como siempre, el enorme elefante blanco que es la Secretaría de la Función Pública.
De cualquier suerte a la trasnacional le salió caro el numerito, aunque sea momentáneamente: el precio de sus acciones en la Bolsa Mexicana de Valores se desplomaron 11.66 por ciento, por mucho que el presidente de la BMV, Luis Téllez (afamado
promotory
colocadorde inversiones privadas foráneas y representante del Grupo Carlyle en México, amén de ex funcionario de los gobiernos salinista, zedillista y calderonista), salió en temeraria defensa de Wal-Mart porque, dijo,
es una empresa que contribuye de forma importante a la economía mexicana y cumple con todos los requerimientos que exige el mercado; es una compañía apreciada por el público inversionista y es la empresa privada que más da empleo al país(aplausos). Entonces, según esa versión, la trasnacional tendría derecho de violar la ley, porque
da empleo al país, aunque sea en condiciones más que precarias."
Carlos Fernández-Vega en La Jornada.
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