"–¿Cómo sería un gobierno con amor? –se le preguntó.
–El fin de los gobiernos es la felicidad. Incluso, tanto en la Constitución de Estados Unidos desde finales del siglo XVIII, poco después de la revolución francesa, se estableció el derecho a la felicidad, y en nuestra Constitución de Apatzingán también."
En La Jornada.
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