"La insólita segunda caída mortal de un secretario de Gobernación (casi
en el tercer aniversario de la anterior, apenas una semana después)
generó de inmediato suspicacia pública a la que el propio calderonismo
incentivó con torpes reacciones como la de adelantar, apenas unas horas
después de lo sucedido con el helicóptero en que viajaba Blake, la
posibilidad de que se debiera a condiciones de nubosidad y mala
visibilidad. Tan irresponsable es a estas alturas abonar a la tesis del
atentado como tratar de inducir en la opinión pública una percepción
temprana de supresión de esa posibilidad que es sensatamente aceptable
en el abanico a investigar, en cuanto el funcionario muerto tenía un
papel relevante en el contexto de la
guerra
contra el narcotráfico."
Julio Hernández López en
La Jornada.
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