Felipe Calderón es el responsable (ilegal) del Poder Ejecutivo, por lo tanto, Comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y la Marina de México. Felipe Calderón Hinojosa no ganó las elecciones, está ahí, por el poder de la oligarquía que se robó –en las urnas y en los medios– las elecciones presidenciales del 2006. Las protestas en contra del fraude minaron de orígen su legitimidad, no aceptó lo fácil: voto por voto, casilla por casilla, y con el poder político de Carlos Salinas de Gortari, fue declarado Presidente (sic) por un tribunal. Que en su resolución, para blindarse del juicio de la historia, lo dejó muy claro: sí hubo un cúmulo de ilegalidades, pero "no podemos medir las consecuencias" de ello. Legalizaron un cochinero jurídico con una triste chicanada política.
Cercado por su falta de popularidad, por el descarado fraude y por el nombramiento de Andrés Manuel López Obrador como Presidente Legítimo de México, Felipe Calderón asumió el poder en el Congreso por el único lugar por donde pudo entrar: por la puerta de atrás. Era el más débil y el más repudiado de los políticos de México. Y así, en ese marco, recien Usurpado el poder, decidió iniciar, sin haberlo mencionado en campaña, sin estrategia y sin 'pedir permiso' al pueblo, una 'guerra contra el narco' para legitimarse a la fuerza. A balazos, con soldados en la calle y a chingadazos decidió tomar lo que no se le otorgó en las urnas. Y el 'narco' respondió. La decisión tuvo una fatal consecuencia para todos: ya suman más de 23,000 muertos; un país psicológicamente derrotado y una economía pulverizada por la estrategia Coercitiva que está destruyendo a México.
Y dos cosas 'clave' para lo de ahora, se le dejaron claro a Calderón en su momento: la mancha de un fraude electoral no se limpia ni con el agua de todos los oceános, y lo que no se gana con los votos no se arrebata a chingadazos. En términos políticos e históricos, lo peor de todo fue la sumisión de facto del Gobierno impuesto al Imperio Estadounidense, primero a las órdenes de George Bush y después a las de Barack Obama, al nivel de hacer valer la comparación entre los gobiernos de Antonio López de Santa Anna y el Calderonato. Santa Anna vendió la mitad del territorio y Calderón cedió el gobierno y las políticas económicas y sociales a funcionarios estadounidenses y a organismos económicos internacionales, al límite de ir a Washington y hacer un homenaje a los soldados caídos en las guerras del Imperio, incluidos aquellos que invadieron México.
La triada histórica de las contradicciones pánicas, se complementó con el espíritu de Victoriano Huerta. El chacal que asesinó a Francisco I. Madero, el símbolo de la democracia revolucionaria. Victoriano mató un cuerpo y un lema que tampoco Calderón respeta: sufragio efectivo, no reelección. Después del golpe electoral, la libertad de expresión en los medios masivos de comunicación (principalmente la televisión) se redujo a una dictadura opinativa de Tercer Grado. A una metralla de incoherencias y de opiniones mercenarias, una política de medios que emula la más negra de las propagandas del Tercer Reich: repetir mil veces una mentira para convertirla en verdad.
El argumento de Calderón para inciar la 'guerra contra el narco' fue ridículo y falso: "nunca nadie se ha enfrentado a los criminales que, por la omisión de los gobiernos anteriores, ya controlan partes del territorio" dijo para engañar al pueblo televisivo de México, omitiendo que enfrentaría esa guerra con los mismos funcionarios de ese tiempo donde "no se atrevieron" a actuar en contra de los criminales. Con googlear los nombres de Genaro García Luna y Eduardo Medina Mora se vuelve rayo en la tierra el argumento. Polvo caliente.
El segundo derrumbe: si "antes" los gobernantes no actuaron contra los criminales y a causa de ello se perdieron "zonas del territorio mexicano", el primer paso de esa "guerra" era la detención, encarcelamiento y juicio de los "anteriores" Presidentes de la República: Vicente Fox, Ernesto Zedillo y Carlos Salinas de Gortari. Y atacar de manera directa (antes de manchar de sangre al país) al lavado de dinero. A la fecha, no ha hecho ninguna de las dos cosas. Por lo cual no se pueden tomar en serio los argumentos de la Presidencia Espuria para iniciar una guerra que tenía como objetivo de fondo militarizar al país, gobernar con los fusiles y las botas y no con los sesos y proyectos de gobierno.
El responsable de la 'guerra' y de todo, en la superficie, es el Comandante en jefe de las Fuerzas Armadas: Felipe Calderón Hinojosa. Y en lo profundo, la oligarquía que diseñó el fraude y con machincuepas profundizó el neoliberalismo a beneficio de un grupo de 30 y en detrimento de millones de mexicanos. La decadencia del sistema político se explica en una cadena sucesiva de hechos: primero, los políticos dominaban a la televisión, después la televisión dominó a los políticos, y luego, la televisión controló a los políticos y a todos los mexicanos. Así se impuso la telenovela de terror: secuestros, muerte y asesinatos en la programación; la dictadura hertziana fue la prisión psicológica de México; y en paralelo se cometió el más grande de los genocidios visuales de la historia: La República de la Televisión desapareció de las pantallas a Andrés Manuel López Obrador y a millones de mexicanos en Resistencia Civil Pacífica. Nacieron los 'desaparecidos' hertzianos de México.
Y aunque ahora diga el Presidente Ilegal que "los miles de muertos es una bronca entre ellos", miente. Felipe Calderón Hinojosa es el principal responsable del caos y la violencia que tiene a México, psicológica, política y económicamente destruído. Una comisión de la verdad tiene que juzgarlo por todo eso. Si Calderón es inocente que se defienda ante los tribunales libres, y ante la opinión pública, y si es culpable, que pague por ello. Acelerar el juicio de la Historia será el Renacimiento. Ese juicio histórico, justo, será el verdadero homenaje al Bicentenario de la Independencia y al Centenario de la Revolución. Y un "Ya basta" a los panistas y los oligarcas que han entregado a los extranjeros la soberanía de México. Si son inocentes, que presenten las pruebas, si son culpables: que tiren la toalla, se haga justicia y nos dejen rescatar las ruinas que dejaron de México.
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Contra(comunicado):
Como decía Henry David Thoreau, "No pido inmediatamente que no haya gobierno, sino inmediatamente un gobierno mejor". El orígen de Medios y política fue el fraude electoral del 2006: nació La República de la Televisión y la programa(ción) se volvió dicta(dura): un monopolio opinativo de Tercer Grado. Aquí en 'Medios y política' están las evidencias comunicacionales que sostienen nuestra tésis: Felipe Calderón no ganó las elecciones; la oligarquía lo impuso mediante un fraude para auto(comprarse) lo que queda de México. Y lo repitieron imponiendo a Enrique Peña Nieto en el 2012. Por eso pedimos lo posible: que se restaure La República.
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