Que nos dejen en paz

El fraude electoral fue rápido y violento: fue un rayo cegador. Después del Golpe de Estado impusieron La República de la Televisión; un proyecto telecoercitivo perfectamente diseñado, que, primero, realizó un genocidio visual: desapareció de la pantalla la voz de más de quince millones de votantes. Después: el espectáculo como realidad. Unilateralmente, un Presidente Ilegítimo impuso una guerra que ha tenido como resultado más de 17,000 mexicanos muertos; entre ellos: niños, jóvenes y familias caídas en los retenes militares.

Criminalizaron la protesta, desaparecieron o encarcelaron a líderes sociales y han sostenido una campaña de 'limpieza' televisiva coptando las fuerzas coptables de la izquierda. En los medios, el debate es una simulación: un guión de telenovela.

Cuando salgo a lavar mi carro veo pasar marinos con ametralladoras apuntando a las casas de todos nosotros; voy a la tienda de la esquina y los militares y marinos haciendo largas filas en Elektra. Me desplazo de un lugar a otro en el auto y tengo que pasar por más de tres retenes de municipales, federales y militares. Ayer leí en el diario: –en la 'sala de espectáculos' del CECUT, se inauguró una exposición fotográfica sobre la 'grandeza' de las fuerzas armadas–. Fue inaugurada por un General. Es la hora de pedir lo simple: que nos dejen en paz y nos dejen recuperar las ruinas de lo que dejaron.