La caída

Se cumplen veinte años de la "caída" del muro de Berlín. Veinte años del fin de la "guerra fría", veinte años del supuesto fin de las ideologías y del supuesto triunfo final del capitalismo, que, sin fuerza opositora, se convirtió en el paraíso impune de los grandes capitales y de las virulentas compañías trasnacionales.

Hace veinte años tomó fuerza de huracán la confusa, nebulosa y perversa "globalización".

El Muro de Berlín fue herencia impuesta de una guerra. La historia de siempre: la "repartición" del mundo entre los vencedores y la opresión de los vencidos. Después de que cayó el "muro de la vergüenza", los capitalistas intentaron enterrar para siempre a Carlos Marx con dígitos imaginarios de la Bolsa de Valores, y como venganza ideológica, convirtieron al "Che" en ícono mercadológico.

El capitalismo, sin adversario militar que lo contuviera, se convirtió en una aventura tóxica: un grupúsculo de empresarios infectados de soberbia que, en éxtasis, hizo públicos sus impulsos de conquista, iniciando guerras y matanzas por el mundo. Hoy, el capitalismo salvaje se encuentra en la lona. La recurrente crisis económica, política y social que nos asola, es la significativa prueba del caos de un mundo donde el dinero es lo único que vale, la acumulación distingue y la vacuidad y la estupidez son considerados una torcida virtud.

El proyecto capitalista, en su fase decadente, ha devastado economías nacionales –desaparecido pueblos–, empobrecido a millones de seres humanos, destinándolos a ser desechos, números en la piel. El capitalismo decadente es la amenaza latente del holocausto.