El chayote

Para mantenerse en el poder, Los Impuestos edificaron el monopolio ilegítimo de la palabra. La dicta-dura ejerció un control férreo sobre los medios masivos de comunicación, destruyó a José Gutiérrez Vivó y eliminó durante meses a Carmen Aristegui: así encobijó la discusión crítica sobre el devenir de la vida pública de México.

Después del golpe que impuso a Los Impuestos, La República de la Televisión coptó los micrófonos públicos con un "ejército" de opinadores para "mimar" con calificativos desmesurados a la "generación del fraude".

Hoy, la crítica a La República de la Televisión ha obtenido una certeza: un segmento de la prensa nacional recibe "chayote". Francisco Ramírez Acuña, ex Secretario de Gobernación espurio, soltó la sopa:

"El presidente de la Cámara de Diputados, Francisco Ramírez Acuña (PAN), acusó ayer a los periodistas que cubren las actividades legislativas de aceptar dinero mediante la práctica conocida como embute, y tronó: “Lo que sí, vamos a poner orden y no vamos a dar chayotes”.

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¿Es decir, "el desorden" fue la chayotiza preexistente?

No es la primera vez que en el tiempo negro de la usurpación se denuncia la docilidad programada de los "periodistas".

Jaime Avilés, columnista de La Jornada comentó en el 2006 la "cercanísima" relación entre Carlos Ahumada y Ciro Gómez Leyva:


Carlos Ahumada, el co-villano favorito, dijo en su libro Derecho de réplica:

"cuando yo estaba en Cuba, Juan Collado me habló y me dijo: "Oye, dice Salinas que le hables a Bernardo para que salgas con Joaquín López Dóriga en el noticiero de hoy en la noche, es importantísimo que salgas", y me mandaron una carta que fue la que yo leí, ese día, el 3 de marzo de 2004. Recibí además esta instrucción: "No contestes ninguna pregunta aunque te insista Joaquín, porque lo va a hacer para no verse tan obvio".

Bastante obvio.