viernes, octubre 23, 2009

El administrador de la ignorancia

El principal manipulador de la opinión pública en México se llama Joaquín López Dóriga, sin lugar a duda, y de ese tamaño es su corresponsabilidad sobre la fuerza hegemónica que nos oprime. Virtualmente, el periodista español es el Ministro de Propaganda de La República de la Televisión y al aplastar (sin derecho de réplica) la moral y la centenaria historia sindical de los trabajadores del SME, es a los capitales ibéricos a los que les sirve la mesa, los que están detrás del Golpe de Estado del 2006 y del Golpe Energético que desapareció Luz y Fuerza del Centro.

El fraude electoral y sus secuelas neofranquistas son un capítulo más de la larga lucha de los quinientos años: la de los opresores y los oprimidos, la de los conquistadores y los conquistados, la de la oligarquía y el pueblo de México.

En la política real, es más poderoso Joaquín López Dóriga que muchos de los Secretarios de Estado del Gobierno Usurpador. Así que la crítica hacia su función de Ministerio de Propaganda debe ser implacable, como implacable ha sido su ofensiva del terror hertziano. No podemos olvidarlo: fue Joaquín López Dóriga quién recibió al Mochaorejas en un estudio televisivo, como si fuera un héroe caído del cielo, y ahí inició la pesadilla de la coerción televisiva que seguimos viviendo. Y el neofranquista lo sabe: la tortura psicológica también es tortura.

El periodista español que como cacique domina los espacios hertzianos, es un instrumento del poder para mantener la dictadura legislativa, ejecutiva, judicial y mediática que somete a los mexicanos. Si la mayoría (los que se informan por televisión) supieran lo que está detrás de los personajes que Goebbels Dóriga trata con guantes de terciopelo, otro país estuviéramos viviendo.

Joaquín López Dóriga es corresponsable de la desparición de millones de mexicanos por el escandaloso hecho de ser de "izquierda". Es el Ricardo Cavallo de las pantallas. El rostro carcomido y la voz gangosa de la dictadura tecnológica. Y ante su poder ilimitado, el fiscal se da el lujo de denostar al "pueblo bueno", se burla de los defensores de los derechos humanos, se carcajea de la oposición, denosta a los pobres (que son 60 millones), e impúdico, celebra con su silencio la corrupción de su paisano Mouriño, de César Nava y de Felipe Calderón –el más pequeño de los mexicanos–.

La corresponsabilidad de López Dóriga en temas trascendentales para la insana vida pública de México es mayor: el fraude electoral del 2006, la guerra sucia en contra de La Resistencia Civil Pacífica, la militarización del país, el secuestro de las frecuencias hertzianas para torturar televidentes, el intento por despojar al pueblo de México de sus recursos energéticos y ahora, el embate de Los Impuestos.

La injusticia mediática ha cegado a millones, por eso no podemos hacerle campo a la amnesia. Como legítimos dueños de las frecuencias que los chacales explotan, es hora de exigir que hagan periodismo o que renuncien. Que cesen la propaganda o se olviden de sus concesiones.

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Contra(comunicado):

Como decía Henry David Thoreau, "No pido inmediatamente que no haya gobierno, sino inmediatamente un gobierno mejor". El orígen de Medios y política fue el fraude electoral del 2006: nació La República de la Televisión y la programa(ción) se volvió dicta(dura): un monopolio opinativo de Tercer Grado. Aquí en 'Medios y política' están las evidencias comunicacionales que sostienen nuestra tésis: Felipe Calderón no ganó las elecciones; la oligarquía lo impuso mediante un fraude para auto(comprarse) lo que queda de México. Y lo repitieron imponiendo a Enrique Peña Nieto en el 2012. Por eso pedimos lo posible: que se restaure La República.

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