Propone un foro público para intentar el equilibrio
Por Gustavo Torres *
En la edición pasada de este semanario publiqué una carta personal dirigida a Virgilio Muñoz, en ella le hago seis peticiones que pueden sintetizarse en dos: a) que renuncie y b) que rompa con los intereses particulares que representa. Ambas peticiones significan que el hoy director del Cecut decida “abrazar” intereses públicos (lo cual implica, a la vez, “soltar” intereses personales), cosa que hasta el momento no ha hecho y sinceramente no creo que haga porque como expreso en la carta aludida, en el objetivo de ser designado director del Cecut “hay un comprometimiento de intereses particulares (no públicos, no ciudadanos) mutuos”.
Así las cosas, escribo este artículo con la intención de reencauzar la discusión hacia el tema que me parece central en todo este caso: que los intereses de una institución cultural pública (de hecho, cualquier institución pública) puedan comprometerse y someterse a intereses particulares.
Hasta hoy han circulado dos cartas colectivas que expresan, con argumentos sólidos y pertinentes, su oposición a la designación de Virgilio Muñoz como director del Centro Cultural Tijuana (Cecut). Una es la carta colectiva firmada por más de 300 ciudadanas y ciudadanos de Tijuana; otra es la carta firmada por escritores de reconocido prestigio nacional e internacional en apoyo a la carta de los tijuanenses.
En la carta colectiva tijuanense, nuestra (nuestra porque soy firmante de dicha carta) petición central es que “se reconsidere la designación”. Esta petición, a la luz de la situación actual, implica necesariamente la renuncia o la remoción de Virgilio Muñoz. El argumento explícito para tal solicitud es que “no cumple con el perfil indispensable en esta área específica de la cultura”. En lo que corresponde a los escritores notables, estos se adhieren a la protesta de la comunidad cultural tijuanense que “considera inadecuado (el nombramiento) para dirigir la principal institución cultural de la frontera”.
Tanto en las cartas colectivas a las que me refiero como en cartas individuales que han sido publicadas, me parece que lo exigido, pedido o solicitado (según el tono de cada carta) es esencialmente la renuncia o destitución de Virgilio Muñoz con base en los siguientes argumentos:
a) no es la persona adecuada porque no tiene el perfil para dirigir el Cecut; b) el proceso por el cual fue designado director del Cecut, no ha sido transparente y está plagado de contradicciones que lo enturbian; c) la decisión tomada en el DF, que propició la designación del director actual, representan un centralismo autoritario que no toma en cuenta la especificidad de las regiones; d) la designación fue una concesión política.
Las cuatro cuestiones representan la dimensión del conflicto que periódicos de Tijuana, San Diego y el DF, han retomado y difundido. Sin embargo, aunque no aparece explícitamente en las cartas colectivas y no ha sido retomada en las notas periodísticas sobre el caso, el asunto de cómo (por qué mecanismos, negociaciones, imposturas, etc.) una colusión de intereses particulares se apropia de una institución y de sus recursos en beneficio de una facción y de un agente político (y no de una comunidad cultural), es sumamente importante porque refiere a la ética relativa a las instituciones públicas que se articula tanto a la ética de gobierno como a la ética ciudadana.
Lo que quiero decir es que el hecho de que una persona sin el perfil adecuado pueda llegar a un puesto público para el que no es apta o que la designación de un funcionario transcurra como un proceso oscuro que termina en concesión política o que decisiones que afectan a lo local se tomen sin considerar peculiaridades regionales, tiene que ver con la anulación, en la práctica, de los intereses públicos. Por eso el tema es fundamental y es necesario discutirlo para evitar que se diluya en medio de otros argumentos también importantes pero que, finalmente, son consecuencia de esta primera cuestión.
Para tratar de prever la evolución del conflicto, he intentado comparar algunas circunstancias y factores presentes en el caso Cecut. Los escenarios básicos que en mi opinión pueden presentarse –conjunta o separadamente–, son los siguientes (empiezo con el escenario más improbable):
1) que destituyan a Virgilio Muñoz o que él renuncie y que la comunidad que se opuso a su nombramiento, se dé por satisfecha con esta resolución.
2) que el hoy director empiece (como ya lo ha estado haciendo) a mostrarse “abierto” pero con grupos y personas muy específicas, y que haya grupos y personas muy específicas que se den por satisfechos con esta aparente apertura.
3) podría ser que haya ciudadanos que se den por satisfechos con algún tipo de privilegio o prerrogativa y terminen por aceptar la permanencia de Virgilio Muñoz como funcionario.
Para mí, salvo el primer escenario, no son satisfactorias ninguna de las respuestas que desde el Cecut se están dando al conflicto y a los cuestionamientos que varias personas hemos expresado públicamente. Como ya señalé, yo ya expuse mis peticiones y de las seis que hice Virgilio Muñoz no ha respondido a ninguna. La verdad no creo que lo haga, pero lo que quiero remarcar es que en ninguno de los tres escenarios que planteo está presente la discusión acerca de la transparencia de los procesos ni el debate sobre los puntos oscuros en la designación del director actual del Cecut.
Pienso que independientemente del rumbo que pudiera tomar este conflicto, uno de los frutos que se pueden cosechar es que empecemos a dialogar sobre cómo transparentar los procesos internos que competen al Cecut. Pienso en algunos procesos como la designación de funcionarios; la asignación de recursos; el diseño, aprobación y ejecución de proyectos. Sobre todo en caso de que la administración actual continúe, hay que observar, proponer y exigir una transparencia indispensable.
Concluyo con dos propósitos ideales (e idealizados), que me gustaría ver que se realicen:
1. Que empiece una discusión pública local sobre los temas implicados en el caso Cecut y sobre procesos que ya he mencionado (transparencia en la designación de funcionarios; asignación de recursos; diseño, aprobación y ejecución de proyectos, entre otros).
2. Que aprovechando la influencia de sus nombres y sus trayectorias, los escritores “del DF” inicien un debate nacional acerca de la transparencia en los procesos de designación de los administradores o funcionarios de las instituciones culturales y también sobre la transparencia en los procesos y toma de decisiones correspondientes a las instituciones culturales del Estado mexicano.
Con la intención de llevarlo a cabo o por lo menos intentarlo, invito a todas las personas interesadas a un foro público para discutir los temas señalados. Si te interesa participar o colaborar, por favor, escribe al correo forotransparencia@gmail.co
* Profesor universitario; licenciado y maestro en comunicación; doctorante en ciencias sociales.
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