En caída libre

Quizá, emocionado por la adversidad de pulverizar al peso, o campante porque el catarrito económico –desde su mirada baja– no generará un huracán, el presidente usurpador intentó ponerse los pantalones y retó a Carlos Slim a un duelo de catástrofes:

“Sin fisuras, anteponiendo el interés nacional por encima de los intereses parciales. Lo importante no es ver quién genera el pronóstico más grave o quién es capaz de infundir el mayor temor entre los mexicanos, sino qué es lo que cada quien, desde su trinchera y desde su responsabilidad, qué es lo que cada quien, desde su capacidad de acción, puede hacer por México (para enfrentar la crisis)”

Al responder el misil que les lanzó Carlos Slim, lo único que les salió bien al usurpador (y su tropa del error) fue poner en su contra a los sectores políticos, académicos y religiosos del país que advirtieron el grave error de no tomar en serio los efectos de la crisis –como lo ha venido haciendo el clown Calderón–. A nadie se le olvida que se les advirtió a tiempo, y tontamente dijeron: "será un catarrito". El Gobierno Ilegítimo se ha sostenido por el padrinazgo de los empresarios que patrocinaron el fraude, y por las mentiras que difunde la tele del pelele. Hoy, la espada panista pende del duopolio televisivo: no tiene el apoyo del pueblo (y nunca lo tendrá), el hombre más rico del país le ha soltado los hilos al muñeco, por lo tanto, solo le queda la tele y una catarata de nervios y complicidades.