El caballo blanco

"Iba con la mira de llegar al Norte..."

Ante la luna, los bajacalifornianos, los flashes y los rayos de venus el Presidente Legítimo de México leyó la carta a Barack Obama. Unas horas antes de llegar a Rosarito, Andrés Manuel casi se desmaya bajo el sol y la calurosa gente de Mexicali. Son los síntomas de la batalla, no podía ser de otra manera. Vivimos el resurgimiento del mito y el héroe y por eso en Mexicali "el caballo blanco sintió que moríaaaaaa". Fue un domingo 11 de Enero en Rosarito que será once de enero en cada foto, firma o video. Todos somos un medio de comunicación porque todos somos juglares de nuestra memoria. Obrador es un ser histórico y las veces que ha visitado la frontera ha dado a conocer cartas de trascendencia para la vida pública –y para la identidad futura–: la primera fue en Tijuana en contra de la ley del ISSSTE y la segunda, la lectura de la carta a Barack Obama en Mexicali y Rosarito.

Cuando Andrés triunfe, esos actos crecerán como árboles verdes, blancos y rojos.

"subió paso a paso por la rumorosa..."

En cuanto el Presidente pisó el parque se modificó el escenario. La gente, la luna, los líderes locales, Venus y los periodistas querían estar "ahí" y nuestras decisiones de producción se hicieron polvo. Habría que reacomodar cámaras y voluntad en una fracción de segundo. Son los instantes eternos del documentalista que –a pesar de estar rodeado– se encuentra solo con el tripié, la cámara y sus decisiones. El objetivo del documentalista es "estar ahí", no importa cómo. Los primeros minutos estuve recargado en el lomo de un señor, después, apuntando por encima de la espalda de un niño, luego, recargado sobre el hombro de una embarazada y la cabeza de una periodista. Cumplí con la misión: grabé la lectura de la carta a Barack Obama.

"...y cumplida su hazaña se fue a Rosarito"

Grabé hasta que López Obrador estaba dentro de la camioneta que lo llevaría al bulevar Benito Juárez para continuar tejiendo la red de su destino: la victoria y la transformación de México. Un hombre le entregó una fotocopia de la carta a Barack Obama; la recibió, la desdobló, la firmó y con una sonrisa el señor se fue volando a la luna. En ese momento quedé frente al hombre que fue despojado de la presidencia de la república para entregar el petróleo de los mexicanos a extranjeros. Algo le dije y el Presidente me tendió la mano y una sonrisa; tenía la cámara en la mano derecha, reaccioné de bote pronto y en un instante eterno nos saludamos con el lado izquierdo; el del colibrí y el guerrero, el de la sombra y los latidos del corazón.