viernes, noviembre 14, 2008

La sanidad

Carmen Aristegui en sus entrevistas invita a discernir a los puntos de vista involucrados en el conflicto, o a las visiones discordantes sobre los hechos. Al tener a las partes en vivo el discurso se vuelve transparente porque las voces –las mentes– se cuidan más de no decir disparates que los haga presa de los argumentos del adversario. Las entrevistas de Aristegui se vuelven cotidianamente debates y por lo tanto, aprendizaje. Sus diálogos tienen la huella de lo múltiple y de lo único, de lo cerca y de lo lejos, del adentro y del afuera, del equilibrio.

Ayer, Aristegui tuvo en su estudio a Raúl Trejo Delabre, un Vocero de la República de la Televisión y a Jenaro Villamil, especialista en medios de Proceso para discutir sobre el conflicto del Canal 40 y el papel en la disputa mediática de Fernando Gómez Mont. Desde el periodismo, el balance de las fuerzas opositoras arroja un diálogo clarificador para la opinión pública que remarca la vitalidad de "lo contrario" puesto en común.

Por la tarde, Raúl Trejo Delabre en Radio Fórmula lanzó dardos de Estado contra Alejandro Encinas y Andrés Manuel López Obrador, alentado por la irresponsabilidad periodística de Ciro Gómez Leyva –el vocero rabioso–. Sin réplica, sin contraparte, Trejo Delabre lució como un gandul ventajoso que se burla sin piedad de un mudo. Por la noche, en CNN, con Genaro Villamil de contrapeso, Trejo Delabre midió sus palabras, aportó datos al diálogo y cumplió –a ras de tierra– su función de mediador entre el ciudadano y el poder político. In-for-mó: una excepción forzada por el "periodismo" y Aristegui

¿Qué sería de México y su asaltada democracia con Carmen como titular del espacio noticiero nocturno? Una revolución mental.

Entrevista
Canal 40 y Fernando Gómez Mont
01


Canal 40 y Fernando Gómez Mont
02

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Contra(comunicado):

Como decía Henry David Thoreau, "No pido inmediatamente que no haya gobierno, sino inmediatamente un gobierno mejor". El orígen de Medios y política fue el fraude electoral del 2006: nació La República de la Televisión y la programa(ción) se volvió dicta(dura): un monopolio opinativo de Tercer Grado. Aquí en 'Medios y política' están las evidencias comunicacionales que sostienen nuestra tésis: Felipe Calderón no ganó las elecciones; la oligarquía lo impuso mediante un fraude para auto(comprarse) lo que queda de México. Y lo repitieron imponiendo a Enrique Peña Nieto en el 2012. Por eso pedimos lo posible: que se restaure La República.

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