Aquí yace Faetón, viajó en el carro de Febo,
y aunque su fracaso fue grande,
más grande fue su atrevimiento
Ovidio, Metamorfosis.
He vivido la muerte y experimentado los huracanes que hacen naufragar los cuerpos. La muerte intempestiva es un rayo que despedaza la razón, el equilibrio y las emociones. Es el soplo de la muerte que te eleva y deja caer a discreción. En el funeral de Juan Camilo Mouriño ninguno de sus "amigos entrañables" alcanzó la catarsis. Felipe Calderón replicó un discurso papal de terrible manufactura política al concentrarse en "los otros", en los adversarios que "calumniaron en vida" al funcionario patriota y mexicano ejemplar que fue Juan Camilo: “bienaventurados los limpios de corazón, bienaventurados los pacíficos, los que tienen hambre y sed de justicia, bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, bienaventurados los que por causa de lo alto son insultados y se diga toda clase de calumnias en su contra, porque su recompensa será grande” –un minuto de silencio–.
Lo que resulta agraviante es el trato de héroe celestial a un sujeto que en vida aceptó ser un traficante de influencias y también "muy vivo" negó ser el rostro de una escalera de corrupción épica que pasa por Felipe Calderón, Hildebrando, el papá Mouriño y el ¿expresidente? Fox. –La psique tiene muchos secretos en reserva. Y no se descubren a menos que sea necesario– le anunciaba el oráculo a los héroes trágicos. El rostro de los funcionarios que asistieron al evento era frío (pero no de límite) no de sorpresa fatal, no de haber sido atravesados por el rayo de la muerte –y eso llama a sospecha–. Ninguno lloró. Al final de la ceremonia, cuando el presidente usurpador se despidió de los actores de su gabinete, nadie le dirijió una palabra, una condolencia, nada ¿será que los paraliza lo que Napoleón escribió en la historia de las derrotas: tan pronto como me vuelva innecesario, un átomo será suficiente para destruirme?
El avionazo fue un "golpe televisivo" para llamar a la unidad nacional y señalar a todo aquel que proteste por la verdad pública ¿televidentes, para qué dudar de la muerte de un patriota? En la transmisión del funeral se vio a Joaquín López Dóriga (¿en calidad de qué?) junto a Guillermo Ortíz, rentero del Banco de México y los rostros de la dictadura informativa, Emilio Azcárraga Jean, José Bastón y Bernardo Gómez salieron más veces a cuadro que los Secretarios de Estado. La ceremonia luctuosa fue la presentación de La República de la Televisión (su emergencia de la sombra) y de nuevo la pregunta: ¿quién está escribiendo el guión? La catarsis trágica –según Aristóteles– es la purificación de las emociones del espectador a través de la simultánea experiencia de la compasión y el terror: ¿por eso el tono de papa fascista de Felipe Calderón? ¿por eso el discurso coercitivo lagrimoso del dark side of the moon?
Ante la incapacidad para administrar El Estado, el gobierno títere ha quedado reducido a un membrete inoperante de casacas guangas –por eso tomó el control del escenario Luis Tellez–, una tropa loca al servicio del espectáculo y la televisión. Luis Javier Garrido opina en La caja negra al respecto: "El gran peligro del escenario actual es por consiguiente que ante la gravedad de la crisis económica y social que se ahonda y la debacle política que la acompaña, el gobierno de facto se vuelque abiertamente a un mayor endurecimiento e incluso a una fascistización. La oración fúnebre pronunciada ayer en el Campo Marte por un Calderón que no podía ocultar su desamparo, y en la que dijo que por “muy larga” que sea “la noche” de su propia adversidad “un día vendrá la luz”, e insistió en que él y Mouriño pactaron juntos romper “las sombras” de México, tiene resonancias mussolinianas que nada bueno auguran."
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Contra(comunicado):
Como decía Henry David Thoreau, "No pido inmediatamente que no haya gobierno, sino inmediatamente un gobierno mejor". El orígen de Medios y política fue el fraude electoral del 2006: nació La República de la Televisión y la programa(ción) se volvió dicta(dura): un monopolio opinativo de Tercer Grado. Aquí en 'Medios y política' están las evidencias comunicacionales que sostienen nuestra tésis: Felipe Calderón no ganó las elecciones; la oligarquía lo impuso mediante un fraude para auto(comprarse) lo que queda de México. Y lo repitieron imponiendo a Enrique Peña Nieto en el 2012. Por eso pedimos lo posible: que se restaure La República.
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